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El príncipe (1854)/Capítulo XXII

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El Príncipe (1854)
de Nicolás Maquiavelo
Capítulo XXII
Nota: Se respeta la ortografía original de la época.
CAPITULO XXII

De los ministros.

La eleccion de ministros es una de las cosas mas importantes y que da mejor a conocer la sabiduría de los que gobiernan, porque no es de príncipes ordinarios emplear bien su confianza. En esto se echa de ver al momento su talento, pues el que tuviere para otros negocios no se descubre sinó al paso que se ofrece la ocasion, y esta no se presenta con frecuencia. La reputacion de un príncipe pende muchas vezes del mérito de las personas que le rodean [1]. Todos los que conocían al señor Antonio de Venafro, no podían menos de hacer justicia al tino y a la sabiduría de Pandolfo Petrucci, príncipe de Sena, por la eleccion que hizo de un hombre tan habil para administrar sus estados.

Hay tres especies de talentos: unos que saben descubrir cuanto les importa saber; otros que disciernen con facilidad el bien que se les propone; y en fin los hay que no entienden por sí, ni por medio de otro. Los primeros son sobresalientes, los segundos buenos, y los terceros absolutamente inútiles. Pandolfo pertenecía cuando menos a la segunda clase, porque el príncipe que sabe distinguir lo que es útil de lo que es perjudicial, puede, sin ser hombre de grande injenio, formar juicio de la conducta de sus ministros, y aprobarla o tacharla con discernimiento, de manera que, estando estos persuadidos de que no pueden engañarle, le servirán con celo y fidelidad.

Pero ¿qué medios hay de conocer los ministros? He aquí uno infalible, que consiste en observar si se ocupan mas en sus intereses propios que en los del estado. Un ministro debe dedicarse enteramente a los negocios públicos, y no entretener jamás al príncipe con sus asuntos particulares. A este le toca cuidar de los intereses del ministro que, por decirlo así, se olvida de sí mismo, y colmarle de honras y bienes [2]: de este modo le quitará el pensamiento de buscar mas riquezas y otras dignidades. Sobre todo, debe reducirle a términos de temer y alejar cualquier mudanza perjudicial o funesta al soberano, su amo; único arbitrio para establecer entre el príncipe y los ministros una confianza útil, y al mismo tiempo noble y honrosa.



  1. Según dice Tácito, todos pensaron favorablemente del reinado de Neron al ver que nombraba a Corbulon jeneral de sus ejércitos, indicando esta eleccion que estaba abierta al mérito la puerta del valimiento, y que el príncipe se había dirijido por buenos consejeros.
  2. «No tengas cuidado de los intereses de tu familia, que yo lo hago por ti, decía Tiberio a Seyano, ahora no te digo mas; pero a su tiempo me mostraré agradecido a los servicios recibidos.» Felipe II, de España, decía a su primer ministro Rui-Gomez: «Haz tu mi negocio, que yo haré el tuyo.»

El Príncipe de Maquiavelo, precedido de la biografia del autor y seguido del anti-Maquiavelo o exámen del Príncipe, por Federico, el Grande, rey de Prusia, con un prefacio de Voltaire, y varias cartas de este hombre ilustre al primer editor de este libro, no publicado hasta ahora en España. Imprenta de D. Jose Trujillo, Hijo. 1854.

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