Ecos de las montañas: 16

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​Capítulo V de Castillo de Waifro
de Ecos de las montañas
 de José Zorrilla

V[editar]

¿Qué pudo, pues, el conde decir a Genoveva
de ese cantar de amores universal al son?
¿Qué pudo oír de él ella, que en sus entrañas lleva
el germen del incendio de su primer pasión?

De amor hablaron ambos. ¿Hay alguien que se atreva
ni a imaginar que tengo la absurda pretensión
de traducir la lengua que celestial y nueva
inspira a un labio virgen un virgen corazón?

De amor hablaron ambos: el corazón baldío
de la amorosa virgen voraz se abrió al amor,
como la tierra seca recibe en el estío
de la primera lluvia el jugo bienhechor.

De amor hablaron… basta. Cuando al castillo entraron
sus lenguas de palabras no habían menester:
se hablaban sus dos almas, el corazón cambiaron,
y así el amor primero se expresa, y así hablaron
de amor el primer hombre y la primer mujer.

Mas quien con brasas juega por abrasarse acaba,
y es presa de las ondas quien juega con el mar.
El del mayor incendio, el de la mar más brava,
no es del amor primero con el peligro par.

De la pasión de virgen de la gentil doncella
irresistible el fuego prendió en su corazón,
y el cortesano experto cayó a las plantas de ella.
Amor es dios, y un monstruo muy torpe la ambición.

La poesía virgen de aquel amor primero,
el celestial hechizo de su virgínea fe
del conde embelesaron el corazón artero.
Amor es dios, y aplasta los monstruos con el pie.

El cazador tendía su red a la paloma
y con su pico débil el ave la rompió:
él queda en su red preso y el ave vuelo toma.
Amor es dios: él prende, ninguno le prendió.

A la inexperta virgen adora el cortesano,
e idólatra en su alma la levantó un altar:
jugaba con las ascuas y se abrasó la mano,
jugaba con las ondas y se perdió en el mar.



Introducción
El castillo de Waifro
Capítulo Primero (I - II - III - IV - V), Capítulo II, Capítulo III (I - II - III), Capítulo IV, Capítulo V (I - II - III - IV - V - VI - VII), Capítulo VI (A - I - II - III - IV - V), Capítulo VII (I - II - III - IV - V - VI), Capítulo VIII (I - II - III - IV - V), Epílogo (I - II - III - IV - V - VI - VII)
Los encantos de Merlín: I - II