Gramática de la lengua castellana destinada al uso de los americanos: Capítulo L

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Gramática de la lengua castellana destinada al uso de los americanos
Capítulo L: Observaciones sobre el uso de algunos adverbios, preposiciones y conjunciones​
 de Andrés Bello

Ha parecido conveniente reunir en este capítulo preposiciones, adverbios y conjunciones por la facilidad con que estas palabras se transforman unas en otras.

1204 (a). Ahora bien, ahora pues: frases adverbiales que pasan a conjunciones de las llamadas continuativas, porque anuncian que continúa y se desenvuelve un pensamiento. Gil y Zárate muestra que hay en el alma cierta imagen de lo que llamamos hermoso y perfecto, la cual en su totalidad no se asemeja a nada de cuanto percibimos con los sentidos; y sigue después así: «Ahora bien, si existe en la mente del artista un tipo ideal de la belleza, ¿existirá también un criterio que dé a conocer si los objetos se acercan más o menos a aquel modelo? En otros términos, ¿existirá un buen gusto?».

1205 (b). Antes, adverbio de tiempo. Hácese conjunción de las llamadas correctivas, que rectifican una idea precedente: «Mas yo sé bien el sueño con que Horacio,
Antes el mismo Rómulo, me enseña», etc.

(Bartolomé de Argensola)

Antes es aquí o más bien. Dícese en el mismo sentido antes bien, y cuando la corrección es una completa contradicción, antes por el contrario. «No respondía, ni menos daba muestras de flaqueza, antes bien besaba humilde la mano de su padre, y le pedía su bendición, seguro de llevar con ella la del cielo» (Martínez de la Rosa).

1206. Con el anunciativo que forma una frase adverbial relativa, que suele pasar a conjunción, y deja entonces la idea de prioridad de tiempo para tomar el sentido de más bien, más propiamente que: «Con voz, antes basta y ronca que sutil y delicada, dijo», etc. (Cervantes); «No daba espacio de un bocado a otro, pues antes los engullía que los tragaba» (Cervantes).

1207 (c). Apenas... cuando: frase adverbial relativa: «Apenas le vi, cuando me dirigí a él». Por la elipsis de cuando, adquiere apenas la fuerza de un adverbio relativo, y la que era proposición subordinante se vuelve subordinada: «Apenas le vi, me dirigí a él»; es evidente que apenas, usado de este modo, equivale a la frase en el momento que. En el mismo sentido se dice: No bien... cuando, y aún no... cuando, y no... cuando: «No bien estuvo formada la tropa, cuando», etc.; «Aún no hubo andado una pequeña legua, cuando», etc. (Cervantes); «No se hubo movido tanto cuanto, cuando», etc. (el mismo); «No hubo andado cien pasos, cuando», etc. (el mismo). Y con no bien sucede lo mismo que con apenas, callándose el cuando.

1208. 1. Apenas... cuanto más: «Apenas creo que pueda pensarse cuanto más escribiese» (Cervantes). En este modo de hablar es indiferente decir más o menos. Empleando el primero de estos adverbios, apenas conserva su significado positivo; como si dijésemos, difícilmente puede pensarse, cuánto más difícilmente escribirse; empleando el segundo, hacemos a apenas en cierta manera negativo, como si el sentido fuese no puede pensarse, cuanto menos escribirse. De aquí proviene la construcción apenas... sino: «Apenas dormía, sino después de un largo y laborioso ejercicio».

1209. 2. Apenas no, que usó Cervantes («Apenas el caballero no ha acabado de oír la temerosa voz, cuando», etc.), es construcción que no debe imitarse.

1210. 3. Se ha introducido recientemente, tomada de la lengua francesa, la frase apenas si, que se encuentra con bastante frecuencia en las obras de Martínez de la Rosa: «Apenas si se oía el confuso rumor de los pasos». No creo deba desecharse, porque se ajusta bien a la significación de los elementos que la componen, y la elipsis que la acompaña es natural y expresiva: si se oía, era apenas.

1211 (d). Arreo: adverbio que debe agregarse a las preposiciones pospuestas, en frases como: «Término lleva de quejarse un mes arreo» (Cervantes), todo un mes, día por día. «Lo cual hizo cuarenta y seis días arreo» (Rivadeneira), cuarenta y seis días seguidamente.

1212 (e). Así... que, de manera que: «Así le afeaban las verrugas el rostro, que en viéndole Sancho, comenzó a herir de pie y de mano» (Cervantes).

1213. 1. Así que, de manera que: frase conjuntiva. Entra en la clase de las conjunciones llamadas raciocinativas, y más específicamente consecuenciales, porque anuncian en lo que sigue una deducción o consecuencia de lo que precede: «Sé más de libros de caballerías, que de las súmulas de Villalpando; así que, si no está en más que en esto, seguramente podéis comunicar conmigo lo que quisiéredes» (Cervantes).

1214. 2. Así que, luego que: frase adverbial relativa, la tengo por introducida recientemente: «Así que se supo aquel acontecimiento, sonó por todo el ámbito del reino un grito de sorpresa». Se decía, y aún se dice, en el mismo sentido, y mejor a mi ver, así como.

1215. 3. Así es que, frase conjuntiva que anuncia la continuación de un pensamiento o una comprobación que de él se hace. Después de haber dicho que la invención oratoria es la que reúne todas las ideas, todos los materiales de que se ha de componer el discurso, pudiéramos añadir: «Así es que esta parte no depende tanto del arte, como del talento y de la instrucción del orador». Tal es el empleo legítimo de la frase; de que algunos se sirven malamente en la significación de así es como, diciendo verbigracia, «Así lo hago, porque así es que me enseñaron».

1216 (f). Aun, adverbio de tiempo, equivalente a todavía o hasta ahora. De aquí pasó a sugerir una gradación de ideas que, ya expresa, ya tácita, termina en la palabra o frase a que lo anteponemos: «Conmoviose al verle, y aun se le arrasaron los ojos de lágrimas»; «Desnudos de todo recurso, y aun abandonados de sus amigos, no desesperaron por eso»; «Provee a los menesteres de los suyos económica y aun escasamente»; «Había resuelto no ceder, arriesgarlo todo y aun perecer si fuese necesario»; en estos ejemplos la gradación es expresa; en los que siguen es tácita: «Aun en la indigencia conservaba toda su dignidad»; como si se dijese, «Se portó noblemente en el poder, descendió a la vida privada sin abatirse, y aun en la indigencia», etc. «Aun las horas de la noche eran negadas al reposo»: todas las horas del día y aun las horas de la noche, etc. La gradación implícita variará mucho por supuesto, según los diferentes casos; pero algo semejante a ella entrevería siempre el entendimiento, aunque de un modo indistinto y vago, en este uso de aun.

1217. Aun, en este sentido de gradación, pertenece a una especie particular de elementos gramaticales que pudieran llamarse cuasi-afijos, porque se anteponen a toda clase de palabras modificando su significado y sirviendo como de partículas prepositivas. Así, en el sentido de que hablamos, la énfasis de aun no sólo recae sobre adjetivos, verbos, adverbios y complementos, como es propio de los adverbios, sino también sobre sustantivos, según se ve en el último de los ejemplos anteriores.

1218. Aun cuando es una frase adverbial relativa, en que aun conserva la idea de gradación: «La vida del hombre está llena de cuidados y zozobras, aun cuando más nos halaga la fortuna»; «Aun cuando todos conspiren a un fin, es necesario que obren de concierto, para que alcancen lo que se proponen». Aquí se ve que esta frase adverbial puede regir indicativo o subjuntivo según las circunstancias. Pero el construirla con indicativo en el sentido de aunque es verdad que («Aun cuando ha llegado bueno, se resiente de las fatigas del viaje»), es una práctica moderna que no debe, a mi parecer, imitarse.

1219. Combínase con ni en las oraciones negativas: «No sólo no le viste ni le sustenta, pero ni aun le abre sus puertas». Dejando sólo el último grado de la escala, diríamos: «Ni aun de los suyos se fía»; «Ni aun en el destierro y la indigencia se le vio perder su dignidad». Callando el adverbio aun, se revestiría de su fuerza el ni: Ni de los suyos; Ni en el destierro y la indigencia.

1220. Aun bien que: frase relativa adverbial y elíptica: «Aun bien que yo casi no he hablado palabra» (Cervantes): afortunadamente sucede que....

1221 (g). Aunque, adverbio relativo, equivalente a sin embargo de que. Rige indicativo o subjuntivo, bien que no indistintamente. «Tengo de salir aunque llueva», es una expresión propia, no sólo en boca del que piensa en una lluvia futura, que puede verificarse o no, sino del que ve llover y está en el acto de salir. «Aunque estaba lloviendo a cántaros, insistieron en ir al baile»; es indispensable el indicativo. «Bien pudiste venir, aunque lloviese», aquí por el contrario, aun cuando se tratase de una lluvia pasada y cierta, sonaría mejor el subjuntivo. Es más fácil sentir que explicar el valor peculiar de las formas modales según los diferentes casos.

1222. 1. Cállase a menudo el verbo ser o estar en la proposición subordinada: «Aunque anciano y enfermo, trabajaba incesantemente»: aunque era anciano y estaba enfermo.

1223. 2. Al adverbio relativo aunque, se contraponen a menudo los complementos demostrativos sin embargo de eso, no obstante eso, con todo eso y otros de valor semejante (o como se dice elípticamente, sin embargo, no obstante, con todo), que repiten el significado de aunque sin el elemento relativo: «Las memorias del castillo de Bellver, aunque por lo demás ofrezcan poco cebo a la curiosidad, pueden con todo satisfacer el gusto de los que desean conocer a fondo la historia de la media edad» (Jovellanos). Esta duplicación de ideas es análoga a la de tanto, cuanto; tal, cual; así como, así también; y otras que se han señalado en varios lugares de esta gramática, usadas en castellano y en todas las lenguas.

1224. 3. Los referidos complementos se emplean a menudo como conjunciones que ligan dos oraciones independientes: «Vamos ahora a los accesorios de nuestra obra, dejando a un lado los de madera o fierro, de que no me curé, porque conducen poco para la historia de las artes; diré, sin embargo, que en el gran número de puertas y ventanas del castillo, se nota estar todas trabajadas sobre una misma idea, con gran gusto y diligencia» (el mismo). «Gastado el pavimento, fue reemplazado en la galería con plastas de yeso y guijarro, tan feos a la vista, como incómodos a la huella; con todo, entre el polvo y roña se divisan acá y allá algunos trozos, que bien lavados y fregados por mí, descubren su primitiva belleza» (el mismo).

1225. 4. Pero lo que más merece notarse es la trasformación de aunque en conjunción adversativa que enlaza oraciones y toda especie de elementos análogos denotando cierta oposición entre ellos: «Escribe bien, aunque despacio»; «El pincel de Tácito es vigoroso aunque demasiado sombrío»; «Era puro y bien intencionado su celo, aunque es preciso confesar que en vez de corregir irritaba»; «Aquella sombra grande que desde aquí se descubre, la debe de hacer el palacio de Dulcinea. Así será; aunque yo lo veré con los ojos y lo tocaré con las manos, y así lo creeré, como creer que ahora es de día» (Cervantes); «¡Oh encantadores mal intencionados! Bastaros debiera haber mudado todas sus facciones de buenas en malas, sin que tocárades en el olor, que por él siquiera sacáramos lo que estaba encubierto debajo de aquella fea corteza; aunque, para decir verdad, nunca vi yo su fealdad, sino su hermosura» (el mismo). Aunque en estos ejemplos no tiene ya el significado de sin embargo de que, sino el de sin embargo o pero. En los dos últimos es propiamente una conjunción correctiva, con que se retracta o corrige lo que se acaba de decir.

1226. 5. Para distinguir el adverbio relativo de la conjunción cuando ambos ligan proposiciones completas, advertiremos:

1. Que el adverbio relativo tiene régimen y así es que, siéndolo aunque, rige indicativo o subjuntivo; al paso que, siendo conjunción y ligando proposiciones independientes, no influye en el modo del verbo, que toma siempre las formas propias de las proposiciones de esa especie.

2. Que la proposición introducida por el adverbio relativo puede no seguir a la otra, pero la introducida por la conjunción ocupa necesariamente el segundo lugar.

3. Que hasta en la pronunciación se echa de ver la diferencia de los dos oficios, pues entre las oraciones ligadas por el aunque conjuntivo se hace siempre una pausa más larga, y no pocas veces las separamos en lo escrito con el punto final.

«Aunque una historia abrace muchos siglos y aun el mundo todo, no debe carecer de plan». Hubiera podido decirse, «Una historia no debe carecer de plan, aunque abrace muchos siglos». Pero pruébese a invertir el orden o a sustituir el subjuntivo al indicativo en el veré, tocaré, creeré y vi de los dos ejemplos de Cervantes, y se percibirá que la lengua no lo permite. Podría sí decirse en el primero vería, tocaría y creería, o viera, tocara y creyera, introduciendo una negación implícita; pero esto es una confirmación de lo dicho, porque la forma en ra o ría es propia de la apódosis independiente en las oraciones condicionales implícitamente negativas.

«Si las pruebas son concluyentes, entonces viene bien el presentarlas separadamente, explanarlas, adornarlas, para que hieran más la imaginación y adquieran mayor fuerza todavía. Aunque esto debe tener su límite; porque si el orador se detiene demasiado en una prueba, y apura cuanto se puede decir acerca de ella, llega a ser molesto, descubre el artificio, y hace que desconfíe el oyente o se distraiga». En este ejemplo hay entre las dos oraciones toda la pausa señalada por el punto final.

1227. 6. Aunque más, por más que; frase adverbial relativa: «Aunque más tendimos la vista, ni poblado, ni persona, ni camino, ni senda descubrimos» (Cervantes).

1228 (h). Bien: adverbio. Uno de sus significados es el contrario al de apenas: «Bien se pasaron quince días en que no vimos la caña, ni la mano ni otra señal» (Cervantes).

1229 (i). Bien que: frase adverbial relativa, y otras veces conjunción adversativa o correctiva; en ambos casos debiera escribirse como una sola palabra, bienque. En uno y otro oficio tiene gran semejanza con aunque: «Bien que hubiese grande escasez de provisiones no nos faltaba lo necesario»; «El camino de la derecha es llano, derecho y cómodo, bien que no le falten lodazales y ciénagas en tiempo de lluvias»; muéstrase en ambos ejemplos el uso adverbial y relativo. Como conjunción debemos ver en esta frase un residuo de bien es verdad que o bien es que, y tiene entonces los mismos tres caracteres que poco ha hemos señalado al aunque conjuntivo, que liga oraciones: «El camino de la derecha...; bien es verdad que», o «bien es que», o «bien que no le faltan...». En el anterior ejemplo, Si las pruebas son concluyentes, etc., pudiéramos poner bien que en lugar de aunque, sin hacer diferencia alguna en el sentido.

1230 (j). Casi y cuasi, originalmente una misma palabra, tienen hoy diferente significado; casi denota que la palabra modificada por él no es exacta, sino con cierta rebaja: «El edificio estaba casi todo en completa ruina». Cuasi quiere decir que nos valemos de una palabra, no para significar la idea propia de ella, sino algo que se le asemeja; subsiste sólo como partícula compositiva en cuasi-delito, cuasi-contrato. En el sentido de casi es anticuado.

1231. 1. Mencionamos este adverbio (que no es de la clase de los relativos aunque en latín lo fue) para hacer notar que se reduce a veces a un mero afijo o partícula prepositiva, con que modificamos no sólo las palabras a que puede hacerlo el adverbio, sino al sustantivo mismo: «Casi exánime», «Casi le mata», «Casi al borde del sepulcro», «Disponía de casi todo», «Era casi señor absoluto», «Era casi noche» (Santa Teresa).

1232 (k). Como, adverbio relativo. No es necesario dar ejemplo de su significado modal, que es el primitivo y propio, ni de los secundarios de causa, fin o condición, que suele tomar a menudo. Sólo sí notaremos que en el significado de causa rige indiferentemente indicativo o subjuntivo, aun cuando se afirma la causa. «El orador, como sea su fin mover y persuadir, se sirve de lo vehemente y sublime» (Capmany); «Se les requirió si querían rendirse antes de la primera carga, y como persistiesen en su obstinación, se jugaron diez cañones» (Coloma); «Como conviene no divagar, el exordio debe nacer del mismo asunto» (Gil y Zárate); «Como no eran tan poderosos que pudieran hacer guerra sino correrías y robos, comenzaron a ser molestados» (Mariana). Construido con pretérito de indicativo, significa también sucesión inmediata: «Como vieron acercarse la tropa, huyeron precipitadamente». Y en este sentido se dice con igual propiedad así como.

1233. 1. Sustitúyese a veces como al anunciativo que: «Carriazo le contó punto por punto a su amigo la vida de la jábega, y como todas sus tristezas y pensamientos nacían del deseo que tenía de volver a ella» (Cervantes); «Ordenó el señor de la casa como se llamase un cirujano famoso de la ciudad, para que de nuevo curase a Marco Antonio» (el mismo).

1234. 2. Hácese conjunción, ligando elementos análogos, verbigracia: «La naturaleza, como quien tiene necesidad, no reposa, sino siempre está piando y suspirando por más» (Granada); líganse naturaleza y el antecedente envuelto en quien. «Es laborioso como pocos»; líganse él, tácito, y pocos. «Le miran como padre»; líganse le y padre. «Los trata como a hijos»; el enlace es entre los y a hijos. «El duque dio nuevas órdenes de que se tratase a don Quijote como a caballero andante» (Cervantes); se ligan los complementos a don Quijote y a caballero andante. «La hermosura por sí sola atrae la voluntad de cuantos la miran y conocen, y como a señuelo gustoso se le abaten las águilas reales y los pájaros altaneros» (Cervantes); se ligan los complementos le y a señuelo gustoso.

1235. 3. ¿Es indiferente poner o no la preposición en «Le miran como padre», «Los trata como a hijos»? Me parece que le miran como padre se dice de los que miran como un padre al que no lo es; y que, por el contrario, los trata como a hijos sugeriría la idea de verdadera paternidad.

1236. 4. Empléase también como en calidad de simple afijo o partícula prepositiva, sustituyendo al sentido propio de una palabra o frase el de mera semejanza con él: «Encontró don Quijote con dos como clérigos o estudiantes» (Cervantes); «Estos que llaman políticos ponen tales como primeros principios para el gobierno, que siguiéndolos, necesariamente se han de perder los Estados» (Rivadeneira); «El ejército de las estrellas, puesto como en ordenanza y como distribuido en hileras, luce hermosísimo; y hermanadas todas, y como mirándose entre sí, se hacen muestras de amor» (fray Luis de León). Sólo a los verbos y a las proposiciones enteras no puede anteponerse este como sino mediante el anunciativo que: «Se estremecía la tierra, y como que se hundía debajo de mis pies»; «Figurábaseme como que caían globos de fuego».

1237. 5. Cuando principia la oración con esta frase, como que, puede tener dos sentidos. El uno de ellos es el de que ahora tratamos, en que como es un mero afijo. En el otro es conjunción continuativa, equivalente a la frase así es que, tan cierto es eso que; y tal es el que tiene en este pasaje de Samaniego:

«Desde tan bella estancia
¡Cuántas y cuántas veces
Oiré los pastores,
Que discretos contienden,
Publicando en sus versos
Amores inocentes!
Como que ya diviso
Entre el ramaje verde
A la pastora Nise,
Que al lado de una fuente
Sentada al pie de un olmo,
Una guirnalda teje».

1238 (l). Con que: complemento que toma a veces el carácter de conjunción consecuencial:

«¿Con que de tus recetas exquisitas
(Un enfermo exclamó) ninguna alcanza?».

(Samaniego)

1239 (m). Cuando: adverbio relativo de tiempo. Tiene a veces el significado de aun cuando, y debe sujetarse a las mismas reglas.

1240. 1. Lo hacemos sustantivo en de cuando en cuando o de vez en cuando (de tiempo en tiempo); y ya hemos notado (§ 398) su uso preposicional en cuando la guerra por durante la guerra. Y si recordamos que las preposiciones llevan a menudo predicados por términos (§ 46), reconoceremos el mismo carácter preposicional en cuando viejos, cuando solteros; expresiones enteramente análogas a desde niños, mientras jóvenes: «Muchos hombres que cultivan las letras miran como puerilidad la nomenclatura retórica, porque aprendieron el arte en su puericia; como desdeñándose, cuando adultos, de tan humilde recuerdo» (Capmany). Si se prefiere mirar esta frase como elíptica, subentendiéndose el verbo ser (cuando son adultos) repetiré que haciéndose habitual una elipsis, los elementos suprimidos se olvidan y las palabras entre las cuales median contraen un vínculo gramatical inmediato.

1241. 2. Cuando más, cuando menos: expresiones adverbiales que significan a lo sumo, a lo menos: «Tendrá cuando más treinta años»; «Aspira a un ministerio de Estado, o una contaduría mayor cuando menos».

1242 (n). Cuanto. No hacemos mención de esta palabra sino con motivo de la frase cuanto más en que es adverbio interrogativo, y propiamente exclamatorio: «Yo te sacaré de las manos de los caldeos, cuanto más de las de la Santa Hermandad» (Cervantes); «Por lo menos servirá aquel largo catálogo de autores a dar de improviso autoridad al libro. Y más que no habrá quien se ponga a averiguar si los seguistes o no los seguistes, no yéndole nada en ello. Cuanto más, que si bien caigo en la cuenta, este vuestro libro no tiene necesidad», etc. (Cervantes). Cuanto y más o cuantimás, que se decía en el mismo sentido, creo que pasaría hoy por desaliñado y rastrero, no obstante el empeño del erudito don Juan Antonio Puigblanch en rehabilitarlo.

1243 (o). Desde. Es notable el modismo en que damos a esta preposición por término una oración completa: «Mis trabajos son tantos desde este Agosto pasado hizo un año» (Santa Teresa). Dícese también callando el verbo, «Desde ahora un año».

1244 (p). Donde: adverbio relativo de lugar. Pasa al sentido de condición en la frase elíptica donde no (si no): «Sin verla, lo habéis de creer, confesar, afirmar, jurar y defender; donde no, conmigo sois en batalla, gente descomunal y soberbia» (Cervantes).

1245. 1. Sustitúyese a veces la frase por donde a la frase por el cual, por la cual, etc.; pero sólo para significar ilación o consecuencia lógica: «Las señales por donde conjeturaron se moría» (Cervantes). De aquí la frase conjuntiva por donde para anunciar en la oración que viene después de ella una ilación o consecuencia lógica: «Con cada obra mala que hacemos, se hinca más y más el vicio en nuestras almas; por donde vemos que la vejez de aquellos que gastaron la mocedad en vicios, suele ser muchas veces amancillada con las disoluciones de aquella vida pasada, aunque la presente las rechace y la misma naturaleza las sacuda de sí» (Granada). Antiguamente se decía por ende, que es hoy por esto, o por tanto, o por lo tanto, como a por donde se prefiere de ordinario por lo cual.

1246 (q). Hasta. En esta preposición vemos otra de aquellas palabras que saliendo de su uso primitivo se trasforman en meros afijos o partículas prepositivas: «Hasta las causas particulares se convertían con frecuencia en asuntos políticos» (Gil y Zárate); donde cualquiera percibirá que hasta no hace el oficio de preposición, puesto que sólo sirve para dar al sujeto cierta énfasis parecida a la de aun. De la misma manera se dice: «Hasta insensato parece», anteponiéndolo a un predicado; «Desacertada y hasta torpemente se portaron», anteponiéndolo a un adverbio; «Hasta de los suyos se recata», «Correspondió a tantos beneficios con ingratitud, y hasta con villanía», anteponiéndolo a complementos; «Le reconvino, le denostó, y hasta le dio de golpes», a un verbo.

1247. 1. En estas locuciones se presenta siempre al entendimiento una escala creciente o decreciente de ideas, señalándose la última con el prepositivo hasta. Vese la escala en el 3.º, 5.º y 6.º ejemplos; pero frecuentemente sólo se exhibe el último grado, dejándose los otros a la imaginación del que oye o lee, como en el 1.º, 2.º y 4.º. Este uso de hasta es mucho más frecuente en los escritores modernos que en los de la edad de Cervantes.

1248. 2. El autor del Quijote juntó alguna vez los dos prepositivos hasta y aun: «Esta que llaman necesidad dondequiera se usa, y a todos alcanza, y aun hasta a los encantados no perdona». Cualquiera de las dos bastaría: y aun a los encantados; y hasta a los encantados. Podría variarse la frase diciendo y ni aun a los encantados perdona, que es como tal vez sonaría mejor.

1249 (r). Luego, adverbio de tiempo que se usa frecuentemente como conjunción deductiva o consecuencial. Luego que, frase adverbial relativa de tiempo, en lugar de la cual se dice también luego como: «Somos muy flacos, pues luego como vemos el peligro desmayamos» (Granada).

1250 (s). Más. Se han notado (§ 53, 2.ª) los varios oficios de esta palabra, ya sustantivo, ya adjetivo, ya adverbio, ya conjunción. Hemos visto asimismo (capítulo XXXVII) el uso comparativo de la frase más que. Ahora observaremos el sentido particular que se suele dar a esta frase, haciéndola equivalente de aun dado caso que: «No lo aceptaría más que me rogasen con ello». Subentendiendo la proposición subordinante se dice, «Más que me maten» (cállase no se me da nada, no importa).

1251. 1. Más, construido con el interrogativo si, sirve para la expresión de una duda, de una sospecha, que nos asalta de repente: «¿Más si después de tantas promesas nos engaña?».

1252 (t). Medio: sustantivo en «No hay medio de persuadirle»; adjetivo en «Medio almud», «Media hora»; adverbio en «Medio vivo», «Medio muerta», «Medio persuadidos»; puro afijo o partícula prepositiva en «La sirena era un monstruo, medio pez y medio mujer»; «Riose el Rector y los presentes, por cuya risa se medio corrió el capellán» (Cervantes); donde es de notar que se interpone entre el afijo pronominal y el verbo, lo que no hace ninguna de las otras partículas prepositivas de su especie. Pero podría también decirse medio se corrió.

1253 (u). Ni, conjunción copulativa que envuelve al mismo tiempo la significación del adverbio no. Es de las que pueden expresarse con todas las palabras o frases que liga, inclusa la primera: «Ni el general ni los soldados»; «Ni de noche ni de día». Se permite a veces la elipsis del primer ni en construcciones como ésta: «Las lluvias y el mal estado de los caminos, ni la falta de víveres, detuvieron la marcha», apenas soportable en prosa.

1254. 1. Aunque generalmente se dice y no cuando la proposición antecedente es positiva, ni cuando es negativa, se suele a veces en el primer caso decir ni. «Fácil se creería la empresa de dominar todo aquello que se fuese descubriendo, vista la mansedumbre y timidez, las armas y costumbres de las nuevas gentes. Ni le ocurrió a nadie duda sobre el derecho de sujetarlas por medio de la fuerza» (Baralt y Díaz). Según la práctica ordinaria se hubiera dicho y no; pero es más elegante el ni. La pausa entre las proposiciones ligadas es entonces más larga, y se llama la atención a la segunda de ellas con cierta énfasis.

1255 (v). No. Es bastante moderno el uso que se hace de este adverbio como partícula prepositiva, anteponiéndolo a sustantivo: «La no comparecencia del reo». Esta práctica puede convenir a veces para simplificar la expresión.

1256 (x). O, conjunción disyuntiva y alternativa. Es también de las que pueden expresarse con todas las palabras o frases ligadas, de la misma manera que ya, ora, etc. Antes de la inicial o la convertimos en u: «Cicerón u Hortensio»; y lo mismo puede hacerse cuando se halla entre dos vocales, de las cuales la primera es o: «Leyendo u escribiendo».

En Granada, Calderón y otros de nuestros clásicos se pone u por o antes de la preposición d; el motivo o no subsiste hoy, o se desestima.

1257 (y). Pero, empero; conjunciones adversativas y correctivas. La segunda puede o no principiar cláusula; al revés de la primera, que siempre es la palabra inicial: «Así lo cuenta Tito Livio; pero otros» u «otros empero refieren el hecho de diverso modo»; «Estaba (don Quijote) aguardando que se le diese la señal precisa de acometida; empero nuestro lacayo tenía diferentes pensamientos» (Cervantes); «Detuvieron los molineros el barco, pero no de manera que dejasen de trastornarlo» (Cervantes).

1258. Lo que sigue se aplica no sólo a pero, sino a sus sinónimos empero y mas.

1259. 1. Hay cierta afinidad entre aunque y pero, que se percibirá fácilmente comparando estas dos sentencias:

«Aunque era puro y bien intencionado su celo, en vez de corregir irritaba».

«Era puro y bien intencionado su celo; pero, en vez de corregir, irritaba».

El sentido es idéntico, no obstante la diversa relación de las dos cláusulas en cada giro. El primero anuncia desde luego cierta aparente contrariedad entre la proposición subordinada (aunque era) y la subordinante (irritaba). En el segundo hay dos proposiciones independientes ligadas por la conjunción pero, que indica la misma apariencia de contrariedad entre ellas. Si aunque es sin embargo de que, pero equivale a sin embargo de eso.

1260. 2. En los mejores tiempos de la lengua solía hacerse de los dos giros uno solo, contraponiendo la conjunción al adverbio: «Aunque sean muchas las comparaciones que se pueden hacer de la misericordia a la justicia, pero en cabo venimos a hallar que en el linaje de Adán son más los vasos de ira que los de misericordia» (Granada); «Aunque este fuego (del purgatorio) no sea eterno, mas es extrañamente grande, porque sobrepuja todas las penas» (el mismo); «Aunque enseñaba cosas más devotas que curiosas, eran empero eficaces y de gran fuerza aquellas palabras» (Rivadeneira). Esta contraposición de pero al adverbio aunque es de poco uso en el día.

1261. 3. Aunque, en su contraposición a pero, conserva su carácter de adverbio, encabezando una proposición subordinada cuyo verbo puede ponerse en indicativo o subjuntivo; al paso que la proposición encabezada por pero no admite otras formas que las que pertenecen a proposiciones independientes. Pero, a la verdad, se adverbializa, mas no se hace adverbio relativo, sino equivalente a un complemento demostrativo (sin embargo de eso). Tal fue probablemente su primitivo oficio; y de aquí pasó, como otros adverbios, al de conjunción, que es el que hoy casi exclusivamente ejerce.

1262. 4. Aunque, según vimos poco ha (g, 4), es cabalmente uno de estos adverbios que se trasforman en conjunciones. En este oficio se hace sinónimo de pero, mas no enteramente, pues hay casos en que la elección del uno o del otro depende de relaciones delicadas. Aunque anuncia un concepto accesorio; pero, la idea principal: «Es vigoroso el pincel de Tácito; aunque demasiado sombrío»: la idea dominante es el vigor; así es que desenvolviendo el pensamiento, añadiríamos naturalmente: «Cada rasgo suyo deja una impresión profunda en el alma»; «Lope, con fecunda imaginación, pero sin el nervio suficiente, no había nacido para la epopeya», dice Gil y Zárate; es claro que el no ser a propósito para el poema épico, no se enlaza con la fecundidad de imaginación, sino con la insuficiencia de nervio, que es de las dos ideas precedentes la de más relieve. Parecerá alguna vez que el uno puede sustituirse al otro sin inconveniente. Solís, hablando del Cardenal Cisneros, le caracteriza de este modo: «Varón de espíritu resuelto, de superior capacidad y de corazón magnánimo; pero tan amigo de los aciertos y tan activo en la justificación de sus dictámenes, que perdía muchas veces lo conveniente por esforzar lo mejor». Aunque, a primera vista, hubiera convenido igualmente; mas, bien mirado, no es así. El historiador va enumerando varias circunstancias que concurrieron a producir las alteraciones de Castilla, que después menciona, y bajo este punto de vista la excesiva severidad del Cardenal era el concepto relevante; así es que se detiene a demostrarlo añadiendo: «y no bastaba su celo a corregir los ánimos inquietos, tanto como a irritarlos su integridad».

1263. No me parece justificable el empero del pasaje siguiente de un gran poeta que aventura locuciones atrevidas, no siempre felices:

«Su brillo, empero pálido, figura
La dulce luz de angélica belleza».

¿Podría decirse pero en lugar de este empero? La expresión que convenía era aunque o si bien, subentendiendo es o está (g, 1), que no podía aquí subentenderse con pero ni empero.

1264 (z). Porque: adverbio relativo. Propiamente es un complemento en el cual sirve de término el anunciativo que. Lo escribimos como una sola palabra para distinguirlo del complemento por que, el cual, escrito así, no anuncia, sino reproduce: «Huyeron porque les era imposible defenderse»; «El motivo por qué no vino, se ignora»: esto es, el motivo por el cual no vino; «Una de las causas por que se suelen holgar de traer sus amos a mi posada, es», etc. (Cervantes). Sin embargo, es raro emplear de este modo a por que, cuando el antecedente no significa razón, causa, motivo.

1265. 1. Ya hemos notado (§ 368, d) el valor conjuntivo de porque. Es fácil reconocerlo: 1.º En que liga proposiciones independientes, no pudiendo, por tanto, construirse con otras formas del verbo que las que son propias de tales proposiciones; 2.º En que siempre hace la voz antes de esa conjunción una pausa más grande, que aun se señala a veces por un punto redondo; 3.º En que la proposición acarreada por ella no puede nunca hallarse antes o en medio de la otra proposición: «Apenas hay día ni hora que se te pase sin acrecentar contra ti el tesoro de esta ira divina. Porque, aunque no hubiese más que las vistas deshonestas de tus ojos, y los malos deseos y odios de tu corazón, y los juramentos de tu boca, esto sólo bastaría para henchir un mundo» (Granada); «Y como ahora ninguno hay que no se pueda reconciliar con él, así entonces ninguno habrá que lo pueda hacer; porque así como la benignidad en la primera venida se descubrió sobre toda manera, así será el rigor de la justicia que en la postrera se mostrará; ca inmenso es Dios e infinito en la justicia, así como en la misericordia» (el mismo). Porque y ca son palabras de una misma especie: conjunciones causales ambas.

1266 (aa). Pues: preposición cuyo término expreso no puede ser otro que el anunciativo que. Callado el que, se vuelve adverbio relativo. Usada absolutamente es conjunción consecuencial (§ 198): «Ignorantes los trovadores de la literatura antigua, nada tenían que ver sus composiciones con los poetas latinos; esta literatura fue pues totalmente original, y la primera en que se reflejaron las ideas y sentimientos modernos» (Gil y Zárate). Lo regular es poner este pues entre las primeras palabras de la oración, como se ve en el ejemplo anterior; pero en el estilo apasionado y vehemente se principia muy bien por él: «La creación es el primero de los beneficios divinos y el fundamento de todos los otros... Pues si tanto cuidado tiene Dios de pedir agradecimiento por sus beneficios (aunque no por su provecho, sino por el nuestro), ¿qué pedirá por éste?» (Granada); «Redemístesme con inestimables dolores y deshonras, con estas acusaciones me defendistes, con esta sangre me lavastes, con esta muerte me resucitastes, y con esas lágrimas vuestras me librastes de aquel perpetuo llanto y crujir de dientes. Pues ¿con qué dádivas responderé a esa dádiva? ¿Con qué lágrimas a esas lágrimas? ¿Con qué vida pagaré esa vida?» (el mismo); y algo más adelante: «Pues díganme ahora todas las criaturas, si puede ser beneficio mayor; digan todos los coros de los ángeles si ha hecho Dios tanto por ellos».

1267 1. Es también conjunción continuativa, de que nos servimos para las transiciones: «Harto mejor sería volverme a mi casa, y no andarme tras vuesa merced, por caminos sin camino, bebiendo mal y comiendo peor. Pues tomadme el dormir; contad, hermano escudero, siete pies de tierra», etc. (Cervantes); «Ella, lo primero y principal, es devotísima de Nuestra Señora; confiesa y comulga cada mes; sabe escribir y leer; no hay mayor randera en Toledo; canta a la almohadilla como unos ángeles; en ser honesta no hay quien la iguale; pues en lo que toca a ser hermosa, ya vuesa merced lo ha visto» (el mismo).

1268 (bb). Puesto que. Usado hoy en la significación de pues que; antes significaba más comúnmente aunque: «Puesto que dos veces le dijo don Quijote que prosiguiera su historia, ni alzaba la cabeza ni respondía». Lo mismo dado que, y aun a veces supuesto que.

1269 (cc). Puro. Este adjetivo, además de su significación ordinaria (una agua pura, una vida pura), admite frecuentemente otra, equivalente a la de mero (lo hizo por pura generosidad), y precediendo a un infinitivo expresa lo mismo que mucho, pero más enfáticamente: «Se le hincharon los ojos de puro llorar». En este sentido suele pasar al oficio de adverbio, modificando predicados: «Los pensamientos de Calderón no se entienden a veces de puro sutiles y alambicados». Precédele por lo regular la preposición de, cuando modifica de ese modo a los infinitivos y predicados, y puede entonces callarse: de llorar, de sutiles y alambicados.

1270 (dd). Si, condicional. Es siempre adverbio relativo. Del sentido de condición pasa a otros; como: 1.º aquel en que la condición es aparente, porque expresa una verdad manifiesta, por cuyo medio se asevera más fuertemente la apódosis: «Si hay ley, si razón, si justicia en el mundo, la grandeza de los beneficios bastaría para que no fueses tan escaso en el servicio con quien tan largo te ha sido en las mercedes» (Granada); «Es gente virtuosa la de aquel lugar, si yo la he visto en mi vida» (Santa Teresa); que es como si por medio de una disyuntiva dijésemos, «O no hay ley, razón, ni justicia, o la grandeza», etc.; «O yo no he visto gente virtuosa en mi vida, o la de aquel lugar lo es».

1271. 2.º El sentido de aunque: «No dijera él una mentira, si le asaetearan»; ponderación en que la hipótesis (que sigue siempre) suele ponerse en co-pretérito, sin embargo de hallarse la apódosis en futuro: «Ha de ser cosa muy de ver; a lo menos yo no dejaré de ir a verla, si supiese no volver mañana al lugar» (Cervantes); que es como decir, «No dejaré de ir a verla, ni dejaría de ir, si supiese», etc.; elipsis de que hoy se hace uso más ordinariamente con aunque. Pero a veces se construye este si con presente: «Andan por las florestas, sin hallar una misericordia de vino, si dan por ella un ojo» (Cervantes); esto es, aunque den.

1272. 1. En el diálogo familiar se hace en el día frecuentísimo uso del condicional si, suprimiendo la apódosis, que puede fácilmente colegirse del contexto, pero que no es siempre una misma:

«¿Qué respuesta? ¿Y la Inesita?
Si acabo de entrar...».

(Moratín)

Equivale a decir, si acabo de entrar, ¿cómo puedo tener la respuesta, ni saber de la Inesita?

«... Calla;
Déjale hablar. -Si mi amo
Está diciendo patrañas,
Si sueña».

(Moratín)

Esto es, si mi amo está diciendo patrañas, si sueña, ¿cómo he de dejarle hablar?

1273. 2. Puede también callarse la apódosis, cuando hay una serie de oraciones condicionales, en cada una de las cuales fuera dado suplirla con las palabras de la hipótesis; verbigracia «Como le toma (al cuerpo el ímpetu celestial), se queda siempre; si sentado, si las manos abiertas, si cerradas» (Santa Teresa); esto es, si sentado, sentado, etc.

1274 (ee). Si bien: frase adverbial relativa; su sentido es semejante al de aunque, y se usa en él como su simple si: «Pedidme lo que gustáredes, que yo os juro de dároslo, si bien me pidiésedes una guedeja de los cabellos de Medusa, que eran todos culebras» (Cervantes).

1275 (ff). Sino: conjunción. Lo más ordinario es que le preceda no u otra palabra negativa: «No voy al paseo sino al teatro»; «No le tientan las riquezas, sino las distinciones y honores»; «No corre, sino vuela». Vemos en estos ejemplos elementos análogos ligados por sino; ya sujetos (riquezas, distinciones y honores), ya complementos (al paseo, al teatro), ya verbos (corre, vuela). Mas a veces se calla el primero de los elementos ligados, porque lo sugiere fácilmente el sentido: «No hacía sino mirarle y remirarle» (Cervantes): nada sino. Así no quiero sino, es no quiero nada, no quiero otra cosa sino. De la misma manera, «No se oía sino el rumor de las hojas»; nada u otra cosa, sino: «No se vio el sol sino entre nubes», de modo alguno, sino. Mas aquí se debe recordar que si se ligan con esta conjunción dos sujetos, y se calla el primero, concierta el verbo necesariamente con el segundo: «No se oía sino el rumor de las hojas» o «No se oían sino lamentos».

1276. 1. En las oraciones interrogativas de negación implícita es naturalísimo el uso del sino: «¿Qué puede esperar sino la muerte?»; «¿Quién hubo de ser sino su propio hijo?»; «¿Dónde había de hallar seguridad sino entre los suyos?». Este uso no se diferencia del anterior, porque en el sentido de negación implícita que es nada; quién, nadie; dónde, en ninguna parte, etc. (§ 391). Y también puede ocurrir en él la elipsis del primer elemento ligado: «¿Hízole por ventura, sino beneficios?», que es como si quitada la interrogación se dijese: «No le hizo sino beneficios»: otra cosa sino.

1277. 2. Hay oraciones negativas en que el sino redunda manifiestamente: No dudo sino que, por no dudo que; no se me puede quitar del pensamiento sino que, por no se me puede quitar del pensamiento que. Con esta construcción se hace decir al sino lo contrario de lo que debiera; pues no dudo sino que, significa propiamente la sola cosa que dudo es que. Este pleonasmo es de poco uso en el día y vale más evitarlo.

1278. 3. Sino toma a veces la significación de menos o excepto: «Todos aprovechan sino yo»; «Respondiéronle que todas escuchaban sino su señora, que quedaba durmiendo» (Cervantes); «Tras todos éstos venía un hombre de muy buen parecer; sino que al mirar metía el un ojo en el otro» (Cervantes).

1279. 4. Cuando sino liga dos oraciones (como en el último ejemplo), le solemos juntar el anunciativo que. Lo cual, sin embargo, no se practica ordinariamente cuando la segunda consta de muy pocas palabras; parecería, pues, algo ocioso este que en «No corre sino que vuela». En sino que por menos que, o excepto que, es necesario el anunciativo.

1280. 5. Sino que toma también a veces el sentido de pero: «Paso, señor» (dice una dama a un caballero que alababa su canto); «a quien habrá oído las voces célebres que hay en esta gran ciudad, habrale parecido la mía muy mal; sino que es de pechos nobles favorecer humildades, y darles mayor honor que tienen méritos» (Castillo Solórzano).

1281. 6. Pero y mas, después de la frase no sólo, pueden sustituirse a sino, y entonces suele juntárseles también o aún, como al mismo sino: «No sólo estaba dispuesto a complacer a sus amigos en cuanto le pedían, sino que» o «más también» o «más aún se anticipaba a sus deseos».

1282. 7. No se debe confundir, como lo ha hecho Garcés (de quien hemos tomado algunos de los ejemplos precedentes), la conjunción sino con la frase si no, que se compone del adverbio relativo y condicional si y del adverbio negativo no, y en que cada uno de esos elementos conserva su significado propio, y figura como palabra distinta: «Díjole que se rindiese; si no, que le cortaría la cabeza» (Cervantes); «Ha sido ventura el hallaros; si no para dar remedio a vuestros males, a lo menos para darles consejo» (el mismo). Es facilísimo distinguir el sino del si no, ya por el acento agudo con que en éste debe pronunciarse el no, ya porque entre los dos elementos de que éste consta se puede intercalar otra palabra o frase (si acaso no, si ya no); todo al contrario de lo que sucede en el uso moderno de la conjunción sino:

«Estas quimeras, estas invenciones
Tuyas, te han de salir al rostro un día,
Si más no te mesuras y compones».

(Cervantes)

«Él se guardará bien de eso, si ya no quiere hacer el más desastrado fin que padre hizo en el mundo».

(El mismo)

1283 (gg). Y: conjunción copulativa. Vuélvese e antes de la vocal i, como en españoles e italianos, pero no antes del diptongo ie, ni antes de la consonante y: corta y hiere, tú y yo.

1284. 1. Aunque lo regular es no ponerla sino antes de la última de las palabras o frases que enlaza, la expresamos algunas veces antes de todas ellas, menos la primera, y otras suele callarse antes de todas, lo que sin embargo casi nunca se hace cuando solamente son dos las palabras o frases ligadas. Su repetición en unos casos y su entera supresión en otros no son puros accidentes, sino más bien medios oratorios, destinados a la expresión de ciertos afectos o estados mentales: «No temo añadir que si toda la junta sevillana, y los mismos que la movieron a insurrección, y sus satélites, y sus emisarios, y sus diaristas, y sus trompeteros y fautores, pudieran ser sinceros», etc. (Jovellanos, citado por Salvá). «Temía la escasa fe de los moros, el desenfreno de la plebe, la índole feroz del alcaide» (Martínez de la Rosa). «No es necesario renovar la memoria de tantos desastres, los varios trances de aquel asedio, su duración, su éxito» (el mismo).

1285. 2. En lo antiguo solía alguna vez anteponerse también al primero de los miembros enlazados por ella:

«Y tú mereces y éste la becerra».

(Fray Luis de León)

1286. 3. Pierde el oficio de conjunción y toma el de simple adverbio en interrogaciones y exclamaciones directas. Fray Luis de León principia así una de sus odas:

«¿Y dejas, Pastor santo,
Tu grey en este valle hondo, oscuro?».

«¡Y que no viese yo todo eso!», exclama el héroe de Cervantes al oír una descripción que le hace su escudero. Fácil es percibir la énfasis de esta conjunción adverbializada así. Principiando por una palabra que regularmente supone otras anteriores, se hace entrever confusamente un conjunto de ideas sobre las cuales salta el que habla, para fijarse en la más importante.

1287. 4. Se ha notado en Cervantes el uso de la frase conjuntiva y pues en el significado de y además, y después de todo, y al cabo: «Yo, que aunque parezco padre, soy padrastro de don Quijote, no quiero irme con la corriente del uso, ni suplicarte que perdones las faltas que en este mi hijo vieres; y pues ni eres su pariente ni su amigo, y tienes tu alma en tu cuerpo, y tu libre albedrío, como el más pintado». Este y pues ha dejado de usarse.

1288 (hh). Ya, adverbio de tiempo. Ya que, luego que; y también, supuesto que: «Ésta, ya que no es Lucinda, no es persona humana, sino divina» (Cervantes). Es raro, y enteramente poético, significando en otro tiempo, en contraposición a lo presente:

«Grandeza de un duque ahora, Título ya de marqués».

(Góngora, citado por Salvá)