Gramática de la lengua castellana destinada al uso de los americanos: Capítulo XLIX

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Gramática de la lengua castellana destinada al uso de los americanos
Capítulo XLIX: Preposiciones​
 de Andrés Bello

1181 (398). Las preposiciones castellanas más usuales son a, ante, bajo, con, contra, de, desde, en, entre, hacia, hasta, para, por, según, sin, sobre, tras.

1182. Añádese so, cuyo empleo está en el día limitado a unas pocas frases (so color, so pretexto, so pena, so capa); cabe, enteramente anticuado; mientras y pues, que dejan a menudo el oficio de preposiciones; y los adverbios antes mencionados (afuera, adentro, arriba, abajo, adelante, atrás, antes, después), que toman el carácter, aunque no el lugar de la preposición, posponiéndose al nombre (§ 189, a).

1183. El adverbio relativo cuando suele emplearse también como preposición, cuando la guerra, por en el tiempo de la guerra.

1184. Podemos asimismo agregar a éstas algunas que lo son imperfectamente: como excepto, salvo, durante, mediante, obstante, embargante.

1185 (a). Muchas preposiciones, y acaso todas, han sido en su origen palabras de otra especie, particularmente nombres. Y como esta metamorfosis no ha podido ser instantánea, sucede a veces que una palabra ha perdido en parte su primitiva naturaleza, y presenta ya imperfectamente, y como en embrión, los caracteres de otra, habiendo quedado, por decirlo así, en un estado de transición.

1186 (b). Excepto era un participio que variaba de terminación para los diferentes géneros y números, como hoy se usa exceptuando; pero hecho indeclinable, y limitado a cláusulas absolutas, que principian regularmente por un adjetivo (§ 397, e), tomó la apariencia de preposición (excepto un niño, una niña, unos pocos hombres, algunas mujeres), y sin embargo no ha sido completa la transformación, pues no se construye, como las genuinas preposiciones, con los casos terminales de los pronombres, no decimos excepto mí, ti, sí, sino excepto yo, tú, él.

1187 (c). De cláusulas absolutas, como salvo el derecho, salva la honra, salvas las vidas y propiedades, se deriva de la misma manera el indeclinable salvo, que a semejanza de excepto, cuyo significado se apropia, no admite los casos terminales, pues no se dice salvo mí sino salvo yo. Pero salvo recobra otras veces su primitivo significado de participio adjetivo, variando de terminación y colocándose antes o después, cerca o lejos del sustantivo: «Salieron solamente con la vida salva»; «Pocos quedaron salvos». A excepto y salvo se da muchas veces por término el anunciativo que: «Se les restituyó en el ejercicio de sus derechos, excepto» o «salvo que se les nombró un interventor para la administración de los bienes». Dánseles también complementos por término:

«La pérdida del tiempo no es pequeña,
Y salvo al imprudente, a nadie sobra».

(Bartolomé de Argensola)

«Con todos se usó de indulgencia, excepto con los que habían excitado el motín». Y asimismo proposiciones subordinadas: «No es lícito dar a otro la muerte, excepto» o «salvo cuando es absolutamente necesario para nuestra propia defensa».

1188 (d). Estas dos palabras pueden también considerarse como conjunciones, en cuanto ligan elementos análogos, y la misma observación debe hacerse con respecto al adverbio menos, cuando equivale a excepto o salvo: «Todos, excepto» o «salvo» o «menos uno, fueron sentenciados a muerte»; «A nadie se mostró severo, excepto» o «salvo» o «menos a los homicidas»; «Con todos se usó de indulgencia, excepto» o «salvo» o «menos con los que habían turbado la tranquilidad pública».

1189 (e). Del empleo de mediante y durante en cláusulas absolutas ha procedido asimismo el uso preposicional que hoy tienen. «Durante los meses de invierno»; «mediante los buenos oficios de sus amigos». Pero mediante se pospone a veces: Dios mediante. Ni uno ni otro se juntan con los casos terminales de los pronombres; y tampoco se usa construirlos con el nominativo: durante yo y mediante yo, disonarían tanto como durante mí, mediante mí; y aunque eso en durante pueda explicarse por la circunstancia de no expresarse con él la duración de las personas, sino de las cosas, no cabe decir lo mismo de mediante, que puede aplicarse a personas o cosas, bien que mucho menos frecuentemente a personas.

1190 (f). Otras dos preposiciones imperfectas y originadas, como las anteriores, de cláusulas absolutas, son obstante y embargante; pero tienen la especialidad de que los complementos formados con ellas son siempre modificados por el adverbio no: «No obstante» o «no embargante los ruegos y empeños de varias personas principales, fue condenado a destierro perpetuo». El primero es, incomparablemente, de más uso; y callado el término toma el carácter de conjunción adversativa: «Compuestas (las asambleas públicas de las naciones septentrionales) de guerreros ignorantes y groseros, no había más elocuencia que la facundia natural de cada orador sin arte ninguno, y apelando a las pasiones más bien que al raciocinio o a las galas del buen decir. No obstante, asistían con frecuencia a ellas obispos ilustrados, formados por los escritos de los Santos Padres, y aun de los oradores antiguos» (Gil y Zárate): no obstante esto, no obstante que no había en ellas elocuencia.

1191 (g). Algunas preposiciones dejan a veces el carácter de tales y se vuelven adverbios, como bajo y tras cuando modificadas por un complemento con de equivalen a debajo y detrás: «Bajo de la cama», «Tras de la puerta». «Preguntó que cómo aquel hombre no se juntaba con el otro hombre sino que siempre andaba tras dél» (Cervantes). Tras él hubiera sido más propio.

1192 (h). Dejando a los diccionarios la enumeración de los varios significados que toma cada preposición, y de los verbos que las rigen, nos limitaremos a unas pocas observaciones generales sobre el modo de usarlas.

1193. 1.ª Si el sentido pide dos complementos de preposiciones diferentes con un mismo término, es necesario expresarlas ambas, reproduciendo el término. Peca, pues, contra la sintaxis, «Lo que depende y está asido a otra cosa» (Diccionario de Valbuena, citado por Salvá); porque depender rige de, mientras asido se construye con a; siendo por tanto necesario: «Lo que depende de otra cosa y está asido a ella». «El camino real de que se trata» (dice otro respetable escritor) «no debe ni ha necesitado mucho del arte»; del arte se hace régimen común de los verbos debe y ha necesitado, siendo así que deber pide a y necesitar, de; era menester otro giro, como «no debe ni ha pedido mucho al arte». Si un sustantivo es, por sí solo, acusativo y término de preposición expresa, debemos también ponerlo de manifiesto en ambas funciones, primero directa y luego reproductivamente: «Se trató de refutar y hacer ver la futilidad de todas las razones alegadas en contra»; pésima sintaxis, es preciso: «Se trató de refutar las razones alegadas en contra, y hacer ver la futilidad de todas ellas». Cervantes contravino alguna vez a esta regla: «¡Cómo qué! ¿Es posible que una rapaza, que apenas sabe menear doce palillos de randas, se atreva a poner lengua y a censurar las historias de los caballeros andantes?»; el acusativo las historias, régimen propio de censurar, no lo es de poner lengua, que pide complemento con en. «Cosas que tocan, atañen, dependen y son anexas a la orden de los caballeros andantes»; el complemento a la orden, que cuadra bien a tocan, atañen y son anexas, es rechazado por dependen que no pide a sino de. Pero esta regla es de menos rigor en el diálogo familiar.

1194. 2.ª Aun cuando no sólo se identifican los términos sino las preposiciones mismas, es necesario, repitiendo la preposición, reproducir el término, siempre que no se presenten los dos complementos de un modo semejante respecto de las palabras que los rijan. «La poesía vive y saca de las imágenes materiales su mayor gala y hermosura», no parecería bien; porque además de vive y saca sigue de las imágenes materiales, régimen de ambos verbos a la vez, y luego su mayor gala y hermosura, régimen peculiar de saca. Puede aceptarse «La poesía vive, y saca su mayor gala y hermosura, de las imágenes materiales», pero no quedamos todavía satisfechos, porque el complemento con de se refiere por una parte al verbo vivir solo, por otra al verbo sacar modificado por el acusativo su mayor gala y hermosura. Es mucho mejor construir la sentencia de este modo: «La poesía vive de las imágenes materiales, y saca de ellas su mayor gala y hermosura».

1195. 3.ª Con el acusativo y el dativo, formados ambos por la preposición a, y por un mismo sustantivo, basta expresar una sola vez la preposición y el término: «Da toda especie de socorros y alienta con sus palabras a los menesterosos y desvalidos».

1196. 4.ª Blanco White y Jovellanos probaron a introducir en castellano la práctica de que se vale la lengua inglesa en el caso de dos preposiciones diferentes con términos idénticos; la cual consiste en callar el término con la primera preposición y expresarlo con la segunda: «Providencias exigidas por, y acomodadas al estado actual de la nación»; «Todo lo cual fue consultado a y obtuvo la aprobación de la junta» (ambos ejemplos son de Jovellanos, citado por Salvá). Pero hasta ahora no parece haber hecho fortuna este giro, que los mismos escritores ingleses no miran como elegante.

1197. 5.ª Notaremos de paso que en los modos del verbo no es menos necesaria que en las preposiciones la consecuencia de régimen. Se pecaría contra esta regla diciendo, por ejemplo: «Estamos seguros y nos alegramos de que tenga esas intenciones el gobierno»; porque estamos seguros pide tiene y no tenga. Extiéndese lo mismo a toda palabra o frase en que influyen diversas causas de régimen.

1198. 6.ª Hay una que otra frase en que el uso autoriza la inconsecuencia. Dícese «Esta casa es mayor o tan grande como la de enfrente», sin embargo de que no puede decirse mayor como, sino mayor que; entre las dos especies de régimen se prefiere la que cuadra con la más cercana de las palabras que las piden: es mayor o tan grande como; es tan grande o mayor que. Cervantes contravino a esta regla: «Mis pensamientos, mis suspiros, mis lágrimas, mis buenos deseos, mis acometimientos, pudieran hacer un volumen mayor o tan grande que el que puedan hacer todas las obras del Tostado».


Apéndice

Régimen de las preposiciones, conjunciones e interjecciones

1199 (a). Las preposiciones castellanas no tienen propiamente régimen, porque régimen supone elección; así un verbo rige un modo o un complemento particular, porque hay varios modos y multitud de complementos; al paso que con todas las preposiciones lleva el término una forma invariable; es a saber, la del caso terminal en los pronombres declinables, y la forma única de los nombres que no se declinan por casos: de mí, por mí, etc. De la casa, por la casa, sin la casa, etc.

1200 (b). Las conjunciones carecen de régimen, ligando palabras, cláusulas u oraciones, no tienen influencia sobre ninguna de ellas.

1201 (c). La interjección tiene a menudo régimen, el más frecuente es el de nominativo, que se usa muchas veces como vocativo: «¡Ah infelices!»; «¡Oh patria!»; «¡Alerta, soldados!».

1202. También es frecuente el complemento con de, como puede verse en los ejemplos del número 52.

1203. Ojalá equivale a Dios quiera, y rige por consiguiente proposición subordinada en el modo subjuntivo común, de la misma manera que los verbos que significan deseo: «¡Ojalá que la buena causa triunfe!»; «¡Ojalá no paren en desgracia s sus temeridades!».