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María Magdalena (DFV)

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Nota: En esta transcripción se ha mantenido la ortografía original.

María Magdalena

CONFIESO que ni se donde ha encontrado el autor de la Historia crítica de Jesucristo [1], que santa María Magdalena había tenido complacencias criminales con el Salvador del mundo. Dice en la página 130, línea 11 de la nota, que esto es una pretensión de los Albigenses. jamás he leído esta horrorosa blasfemia ni en la historia de los Albigenses, ni en su profesión de fe; pero esta es una de las muchísimas cosas que yo ignoro. Yo sé que los Albigenses tenían la funesta desgracia de no ser católicos romanos; pero me parece que por lo demás tenían un profundo respeto a la persona de Jesús.

Este autor de la Historia crítica de Jesucristo cita la Cristiada, que es una especie de poema en prosa, si es que hay poemas en prosa. Me he visto pues obligado a consultar la cita de la Cristiada a que se refiere la acusación. Esta es el canto, o libro IV, página 335, nota 1º; donde el poeta de la Cristiada no cita a nadie. A la verdad pueden excusarse las citas en un poema épico; pero en prosa son indispensables grandes autoridades cuando se trata de un hecho de tanta gravedad, y que hace erizar el pelo a todo fiel cristiano.

Que los Albigenses hayan o no sentado una impiedad semejante, de todo resulta tan solamente que el autor de la Cristiada se divierte en su canto cuarto sobre el borde del crimen. En él imita un famoso sermón de Menot, e introduce en la escena a María Magdalena, hermana de Marta y de Lázaro, brillante con todos los encantos de la juventud y de la hermosura, abrasada por todos los deseos y sumergida en todos los deleites. Según él era Magdalena una dama de la corte, de riquezas iguales a su alto nacimiento: su hermano Lázaro era conde de Bethania, y ella marquesa de Magdalet. Marta tenia un gran heredamiento, pero no nos dice donde estaban sus tierras. "Tenia, dice el autor, cien criados y una multitud de amantes; ella hubiera atentado a la libertad de todo el universo. Riquezas, dignidades, grandezas ambiciosas, jamás fuisteis tan queridas a Magdalena como el seductor error que le hizo dar el sobrenombre de pecadora. Tal era la hermosura dominante en la capital, cuando llegó a ella el joven y divino héroe desde las extremidades de la Galilea [2]." Tranquilas sus demás pasiones ceden a la ambición de someter al héroe de quien ha oído hablar."

Entonces imita el Cristiadero a Virgilio. La marquesa de Magdalet conjura a su hermana que la ayude para conseguir los designios de su coquetería sobre el joven héroe, como Dido empleó a su hermana Ana para con el piadoso Eneas.

Enseguida se va a oír el sermón de Jesús en el templo, aunque jamás predicó en él [3]. "Su corazón vuela ante el héroe que adora, y solo espera una mirada favorable para triunfar de él, y para hacer un cautivo sumiso de este señor de los corazones."

En fin va a buscarlo a casa de Simón el leproso, hombre riquísimo que le daba una gran cena, aunque nunca entraban así las mujeres en los festines, y principalmente en casa de los fariseos; le derrama un gran bote de perfumes sobre las piernas, las limpia con sus hermosos y rubios cabellos, y se las besa.

No examino si la pintura que hace el autor de los santos transportes de Magdalena, es mas mundana que devota; si los besos que le dio, están expresados con bastante circunspección, y si los hermosos cabellos rubios con que limpió las piernas de su héroe, se parecen mucho a Trimalcion que al tiempo de comer se limpiaba las manos en los cabellos de un joven y hermoso esclavo. Es indispensable que él mismo haya conocido, que sus pinturas debían parecer muy lascivas; pues sale al encuentro de la crítica refiriendo algunos pasajes de un sermón de Massillon sobre la Magdalena. He aquí uno de ellos [4]:

"Magdalena había sacrificado al mundo su reputación; al principio su pudor y su nacimiento la defendieron contra los primeros movimientos de su pasión, y es de creer que opuso a los primeros estímulos la barrera de su pudor y de su fiereza: mas cuando dio oídos a la serpiente, y consultó su propia prudencia, se descubrió su corazón a todos los tiros de la pasión. Magdalena amaba el mundo, y desde entonces nada dejó de sacrificar a este amor; ni la fiereza que da el nacimiento, ni el pudor que es el mejor adorno del sexo, nada perdonó en este sacrificio: ni pudieron contenerla en sus excesos ni las burlas de los mundanos, ni las infidelidades de sus amantes insensatos, a los que ella quería agradar, pero de los que no pudo hacerse estimar, porque solamente la virtud es estimable; nada pudo avergonzarla; y como la mujer prostituida del Apocalipsis, llevaba sobre su frente el nombre de misterio; esto es, que tenia el velo, y que no se la conocía sino por el carácter de su pasión loca."

Yo he buscado este pasaje en los sermones de Massillon y ciertamente no está en la edición que yo tengo; y aun me atrevo a asegurar que este no es su estilo.

El autor de la Cristiada hubiera debido decirnos por lo menos donde ha pescado esta rapsodia de Massillon, del mismo modo que hubiera debido informarnos donde ha leído que los Albigenses tuvieron la osadía de imputar a Jesús una inteligencia indigna de él con Magdalena.

Por lo demás no se vuelve a tratar de la marquesa en lo restante de la obra; y el autor nos excusa su viaje a Marsella con Lázaro, y lo demás de sus aventuras.

¿Quien habrá podido inducir a un hombre sabio y algunas veces elocuente, como parece que lo es el autor de la Cristiada, a componer este supuesto poema? El ejemplo de Milton, como él mismo lo dice en su prefacio: mas se sabe cuan engañosos son los ejemplos. Milton, que por otra parte no ha aventurado el débil monstruo de un poema en prosa; Milton que ha esparcido muy hermosos versos blancos entre la multitud de duros y oscuros, de que está lleno su Paraíso perdido, no podía agradar mas que a los vighs, o republicanos, fanáticos como dice el abate Grecoourt:

Cantando al universo por un fruto perdido,

Y a Dios criando los hombres para eternos castigos.


El ha podido divertir a los presbiterianos haciendo dormir al Pecado con la Muerte, tirando desde el cielo cañonazos de a veinticuatro, haciendo pelearse lo seco y lo húmedo, lo frío y lo caliente, partiendo en dos pedazos a los ángeles que se volvían a pegar inmediatamente, construyendo un puente sobre el caos, representando al Mesías que toma de un escaparate del cielo un gran compás para circunscribir la tierra, &c. &c. &c.: Virgilio y Horacio tal vez hubieran encontrado estas ideas un poco extrañas; pero si han tenido buen suceso en Inglaterra por algunos versos felicísimos, el autor de la Cristiada se ha engañado esperando el mismo éxito de su romance sin sostenerlo con buenos versos, que en verdad son muy difíciles de hacer.

Pero dice el autor, que un tal Jerónimo Vida, obispo de Alba, hizo en tiempos pasados una importantísima Cristiada en versos latinos, en la que copió muchos de Virgilio. Pues bien, amigo mío, ¿por qué has hecho tú la tuya en prosa francesa? ¿Por qué no imitas a Virgilio?

Pero el difunto M. de Escorbiac natural de Tolosa, ha hecho también una Cristiada. ¡Ay pobre hombre! ¿Por qué tu has hecho el mono de M. de Escorbiac?

Pero Milton ha hecho también su novela del nuevo Testamento, su Paraíso reconquistado en versos sueltos, que con frecuencia se parecen a una malísima prosa. Enhorabuena, deja a Milton hacer que Satanás esté siempre riñendo con Jesús: a él solo toca hacer conducir en grandes versos a la Galilea una manada de dos mil cochinos por una legión de diablos; esto es, por seis mil setecientos diablos que se apoderaron de los cochinos, a tres diablos y siete veinte avos de otro por cochino, y que los ahogaron en un lago. A Milton solo le sienta bien hacer que el diablo le proponga a Dios tener juntos una buena cena [5]. En Milton puede el diablo muy fácilmente cubrir la mesa con hortelanos, perdices, lenguados, sollos, y hacer que Hebea y Ganímedes sirvan la copa a Jesucristo. El diablo puede llevarse a Dios sobre una montaña, y enseñarle desde ella el capitolio, las islas Molucas y la ciudad de las Indias, donde nació la hermosa Angélica que le hizo perder el juicio a Rolando: después de lo cual ofrece el diablo a Dios que le dará todo esto si consiente en adorarlo. Pero Milton se ha cansado en vano; todo el mundo se ha burlado de él, como se ha burlado del pobre hermano Berruyer, el jesuita, y como se burla de ti; para lo que no hay mas remedio que tomar la cosa con paciencia.


  1. Historia crítica de Jesucristo, o Análisis motivado de los Evangelios, pág. 130, nota 3.
  2. No tenia mucho que caminar.
  3. Pág. 10, Tom. III.
  4. Cristiada, tom. II, pág. 321, not. 1.
  5. What doubt' st thou, son of God, set down, and eat. - PARADISE REGAIN' D BOOK II. - Vamos pues, hijo de Dios, siéntate a la mesa y come.