Primera Gramática de la lengua Castellana: 1.06
Vengamos agora al remedio que se puede tener para escrivir las pronunciaciones que agora representamos por ageno oficio de letras: la c, como diximos, tiene tres oficios, et por el contrario, la c, k, q, tienen un oficio; et si agora repartiéssemos estas tres letras por aquellas tres pronunciaciones, todo el negocio en aquesta parte sería hecho. Mas, por que en aquello que es como lei consentida por todos, es cosa dura hazer novedad, podíamos tener esta templança: que la c valiesse por aquella boz que diximos ser suia propria, llamándola, como se nombran las otras letras, por el nombre del son que tiene; et que la ç:, puesta debaxo aquella señal que llaman çerilla, valiesse por otra, para representar el segundo oficio de la c, llamándola por el nombre de su boz; et lo que agora se escrive con ch, se escriviesse con una nueva figura, la cual se llamasse del nombre de su fuerça; et mientras que para ello no entreviene el autoridad de vuestra Alteza, o el común consentimiento de los que tienen poder para hazer uso, sea la ch, con una tilde encima; por que si dexássemos la ch sin señal, verníamos en aquel error: que con unas mesmas letras pronunciaríamos diversas cosas en el castellano et en el latín. La g tiene dos oficios: uno proprio, et otro prestado. Esso mesmo la i tiene otros dos: uno, cuando es vocal; et otro, cuando es consonante, el cual concurre con la g, cuando después della se siguen e, i. Assí que, dexando la g i, en sus proprias fuerças, con una figura que añadamos para representar lo que agora escrivimos con g, i, cuando les damos ageno oficio, queda hecho todo lo que buscamos, dándoles toda vía a las letras el son de su pronunciación. Ésta podría ser la y griega, sino que está en uso de ser siempre vocal; mas sea la j luenga, por que no seamos autores de tanta novedad, et entonces quedará sin oficio la y griega. La l tiene dos oficios: uno proprio, que traxo consigo del latín; otro prestado, cuando la ponemos doblada. et por no hazer mudança sino donde mucho es menester, dexaremos esta doblada ll para representar lo que por ellas agora representamos, con dos condiciones: que quitando el pie a la segunda, las tengamos entrambas en lugar de una, et que le pongamos tal nombre cual son le damos. La n tiene dos fuerças: una que traxo consigo del latín, et otra que le damos agena, doblándola, et poniendo encima la tilde. Mas dexando la n senzilla en su fuerça, para representar aquel son que le queremos dar prestado, pornemos una tilde encima, o haremos lo que en esta pronunciación hazen los griegos et latinos, escriviéndola con gn; como quiera que la n con la g se hagan adulterinas et falsas, según escrive Nigidio, varón en sus tiempos, después de Tulio, el más grave de todos et más enseñado. la u tiene dos fuerças: una de vocal, et otra de vau consonante. Tan bien tiene entre nos otros dos figuras: una de que usamos en el comienço de las diciones, et otra de que usamos en el medio dellas; et, pues que aquella de que usamos en los comienços, siempre allí es consonante, usemos della como de consonante; en todos los otros lugares, quedando la otra siempre vocal. La h entre nos otros tiene tres oficios: uno proprio, que trae consigo en las diciones latinas, mas non le damos su fuerça, como en éstas: humano, humilde, donde la escrivimos sin causa, pues que de ninguna cosa sirve; otro, cuando se sigue u después della, para demostrar que aquella u no es consonante, sino vocal, como en estas diciones: huésped, huerto, huevo; lo cual ia no es menester, si las dos fuerças que tiene la u distinguimos por estas dos figuras: u, v. El tercero oficio es cuando le damos fuerça de letra haziéndola sonar, como en las primeras letras destas diciones: hago, hijo; et entonces ia no sirve por sí, salvo por otra letra, et llamarla emos 'he', como los judíos et moros, de los cuales recebimos esta pronunciación. La x, aun que en el griego y latín, de donde recebimos esta figura, vale tanto como cs, por que en nuestra lengua de ninguna cosa nos puede servir, quedando en su figura con una tilde, damos le aquel son que arriba diximos nuestra lengua aver tomado del arávigo, llamándola del nombre de su fuerçça. Assí que será nuestro a b c destas veinte et seis letras: a, b, c, ç:, ch, d, e, f, g, h, i, l, ll, m, n, o, p, r, s, t, v, u, x, z; por las cuales distinta mente podemos representar las veinte et seis pronunciaciones de que arriba avemos disputado.