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Compendio de la filosofía: 08

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Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original.

CAPÍTULO V.

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Como se diga que la felicidad consiste en la contemplacion de una idea.
Platon separó los hombres de todas las cosas terrenas, y les convidó á la contemplacion de una idea, diciéndoles, que si la hubieran podido ver una vez, serian felices. Pocos se aficionaron á una felicidad tan abstracta. Nosotros sin embargo declararémos la opinion de aquel grande hombre, y comenzarémos desde los mas altos principios en esta forma. Entre las muchas ideas que se nos presentan á la mente, hay unas que se llaman singulares, y otras que se llaman universales. Las singulares son aquellas que nos representan las cosas singulares, como la idea de tal hombre, por exemplo, de Julio César. Las universales son aquellas que nos representan ciertas formas abstractas, que aparecen, no en una cosa sola, sino en muchas; como la idea del hombre en general, por la qual se nos representa, no un hombre determinado, sino la naturaleza y la forma abstracta del hombre, la qual se dexa ver en todos. Y á este modo es la idea del ciudadano en general, que nos representa, no un cierto ciudadano, sino una cierta forma abstracta, que se representa en todos los ciudadanos. Y de esta forma es tambien la idea de lo bello en general, ó sea de la belleza; y lo mismo la idea de lo bueno en comun ó sea de la bondad, y así otras infinitas.

Creen muchos Metafísicos, que las ideas universales se formen sacándolas y abstrayéndolas de las ideas singulares; y por esto las llaman abstractas, y se explican de este modo. Mirando nosotros, dicen, muchas cosas singulares, nos fixamos algunas veces en aquello que es comun á todas, sin pensar nada á lo que es propio de cada una: y entónces se verifica, que nos representamos en la mente una cierta forma comun, abstrayéndola de las cosas singulares, y formamos la idea universal. Así quando vemos muchos hombres singulares, César, Léntulo, Trebacio, considerando en ellos solamente el ser de hombre, que es comun á todos, nos formamos en el ánimo una naturaleza humana abstraida de todos los hombres, y aquella es una idea universal. De esta manera hablan los mas de los Metafísicos, y juzgan que aquellas formas abstractas no tienen subsistencia alguna en la naturaleza, y que solo existen en nuestro ánimo, y en quanto se conciben por nosotros.

Pero Platon, que por sí solo vale mas que todos los demas, juzgó lo contrario, y fué de opinion de que las naturalezas abstractas son y subsisten, no en nuestros ánimos, sino fuera: y que existian aun ántes que se concibiesen; y que estas eran inmudables y eternas; y no restringidas á tiempo y lugar; y que poníamos en ellas la consideracion por un aviso que nos dan los objetos singulares, segun se nos representan, por lo qual nos parece sacarlas y tomarlas de ellos mismos; pero en verdad las tenemos de otra parte. Y segun esta opinion no es de creer, que la belleza, la bondad y las otras esencias, que se llaman abstractas, se formen por nosotros, y en tanto existan en quanto por nosotros se conciben; porque ni se concebirian por nosotros si ya ellas no existiesen, ni nosotros las formaríamos jamas tan perfectas como las vemos. Y estas son las ideas tan famosas de Platon.

Acercándonos ahora al propósito, es menester saber, que fué tambien opinion de Platon, sostenida por él con muchas razones, que nuestras almas existian antes que nosotros naciésemos; y que en aquel tiempo, estando sueltas y libres de las ataduras del cuerpo, veian con mucha claridad las ideas que hemos dicho, ni tenian otro exercicio que su contemplacion: y que por ellas aprendian desde entonces todas las ciencias; aunque sumergidas despues en los cuerpos apénas se acordasen de ellas. Y como él fué de opinion, de que nuestras almas existian antes que naciésemos; consiguiente á esto sostuvo tambien con muchas razones, que en muriendo nosotros debian permanecer las almas: las quales si hubiesen obrado rectamente y con virtud durante el curso de esta vida, serian recibidas de nuevo entre las ideas, y acercándose íntimamente á la idea de la bondad, y contemplándola y gozándola, estarian contentas y serian felices. Por este modo quitó Platon la felicidad de esta vida, y la trasladó á otra, haciéndola consistir en la contemplacion de una idea. Ni yo creo que jamas se haya dicho en la Filosofía otra cosa mas noble, ni mas sublime.

Ni en mi juicio es la opinion de Platon tan opuesta á la de Aristóteles como algunos se persuaden; pues segun verémos presto, estos dos Filósofos no son entre sí de opinion contraria, sino que proponen dos qüestiones diversas. Hablando absolutamente pudieran conciliarse con facilidad las dos sentencias, y tenerse ambas por verdaderas; pero no le agradó mucho á Aristóteles aquella Platónica felicidad, y puso su mira principal en quitar del todo la idea abstracta de la bondad con el argumento siguiente.

Para que se diese la idea abstracta de la bondad, sería necesario, que todas las cosas, que nosotros llamamos buenas, tuviesen de comun entre sí, no solo el nombre, sino tambien una cierta forma de bondad, que en todas fuese la misma, supuesto que esta forma sacada y separada, por decirlo así, de las cosas singulares deberia ser puntualmente la idea de la bondad. Esto supuesto, ¿quantas cosas llamamos buenas, las quales sin embargo nada tienen comun entre sí mas que el nombre? ¿Quien dirá que hay la misma forma de bondad en la virtud y en la comida, aunque ambas cosas se llamen buenas? De este modo arguía Aristóteles con mucha sutileza contra su maestro.


Dedicatoria - Advertencia de la traductora - La Filosofía Moral según la opinión de los peripatéticos
PARTE PRIMERA - De la felicidad: I - II - III - IV - V - VI - VII - VIII - IX
PARTE 2º - De la virtud moral en general: I - II - III - IV - V - VI - VII - VIII - IX - X - XI - XII
PARTE 3º - De las virtudes morales en particular: I - II - III - IV - V - VI - VII - VIII - IX - X - XI - XII - XIII - XIV - XV
PARTE 4º - De las virtudes intelectuales: I - II - III - IV - V - VI - VII - VIII
PARTE 5º - De algunas cualidades del ánimo, que no son vicios ni virtudes.: I - II - III - IV - V - VI - VII - VIII - IX - X - XI: (- - - ) - XII: (- - - - ) - XIII: (- - - - - ) - XIV - XV - XVI - XVII - XVIII