Compendio de la filosofía: 34
CAPÍTULO X.
[editar]
Y de aquí es, que el alabarse á sí mismo, y sus acciones conviene muy bien al virtuoso; pero no debe hacerlo sino raras veces, y solamente quando se ve obligado de la necesidad, de lo que tenemos muchos exemplos en Ciceron, que algunos juzgan excesivos. Y Virgilio, que propuso su Eneas como hombre virtuosísimo, con todo le hace decir:
- Sum pius Æneas raptos qui ex hoste penates
- Classe veho mecum fama super æathera notus;
porque tenia necesidad de recomendarse á sí mismo, para obtener el socorro de la Diosa.
Tampoco desdice al hombre sencillo el alabarse á sí mismo alguna vez, haciéndolo sin ostentacion de palabras, y como que no lo hace con advertencia; porque la sencillez quita la sospecha de la ambicion; y así no hizo mal Virgilio poniendo en boca de Dafni aquellos versos:
- Daphnis ego in silvis hinc usque ad sidera notus
- Formosi pecoris custos formosior ipse:
los quales en un hombre advertido parecerian mal; pero en un jovencito sencillo y sincero como era aquel, tienen mucha gracia.
Los extremos de esta virtud fácilmente se entienden, porque ciertamente se debe reprehender mucho aquel que se alaba á sí mismo mas de lo conveniente; ni es de alabar tampoco aquel, que pudiendo y debiendo decir sus alabanzas segun razon, teme el hacerlo; pero con todo menos malo es pecar de este segundo modo, y por callar, que del primero, y por hablar.
- ↑ Palabra griega.