Compendio de la filosofía: 25
PARTE TERCERA.- DE LAS VIRTUDES MORALES EN PARTICULAR.
[editar]CAPÍTULO PRIMERO
[editar]
Y si el pueblo, dividiendo á su modo las virtudes, no hubiera ya prevenido á los Filósofos, tal vez hubieran podido estos hacer una division mas exacta, y mas acomodada, y mas conforme á algunos de los Dialécticos; los quales querrian que en la division nada se omitiese de aquello que se divide, y todo se turba si la una parte se confunde con la otra, y así tienen establecidas sus ciertas leyes. Mas quando los Filósofos entraron en estas cosas, las hallaron ya prevenidas por el pueblo, el qual habia ya dividido las virtudes á su modo, señalando muchas, en especial aquellas que mas resplandecian, distinguiéndolas con ciertos nombres. La qual division seria un milagro, si hubiese sido, no diré completa y perfecta, sino constante para con todos, y siempre una misma, porque el pueblo sigue mas presto la casualidad que la razon. Ni por esto creyeron los Filósofos que debian mudarla, ó corregirla del todo; porque hubiera sido necesario trastornar las ideas populares, é introducir nuevos nombres, y quitar á los ya introducidos su antigua significacion con gran perjuicio de los Oradores y de los Poetas, y de todos aquellos que hacen discursos á la multitud, á los quales se deseaba instruir con esta Filosofía, y no darles fastidio, ni causarles enfado.
Siguieron, pues, los Filósofos en dividir las virtudes, no tanto á su razon, como á los establecimientos populares, y no pusieron mucho cuidado en satisfacer á los Dialécticos. Y de aquí provino aquella gran muchedumbre y variedad de las divisiones que ellos propusieron, acerca de las quales jamas, á lo que yo sepa, hubo disputa sobre qual fuese, ó no la mas exacta, conociendo ellos bien que ninguna lo era. Posidonio, que vivió por los tiempos del gran Pompeyo, reduxo las virtudes solamente á quatro. Cleantes y Crisipo reconocieron muchas mas. Panecio, menos antiguo que estos dos, siguió otra division. Todos estos fueron Estoicos. Aristóteles, no solo discordó de los otros, sino de sí mismo, habiendo dividido las virtudes de un modo en la Retórica y en la Moral de otro. Por esto es tambien verosimil, que Teofrasto, que fué de aquella escuela, siguiese alguna otra division suya. Ninguno hay en esta materia mas inconstante que Ciceron, el qual parece algunas veces que se contenta con aquellas quatro, Prudencia, Justicia, Fortaleza y Templanza, que fué la division de la antigua Academia; y otras veces, no contento con estas, añadió otras, y no siempre las mismas. De aquí se colige, que no miraron tanto á la exactitud de la division, como al no apartarse mucho de la costumbre popular.
Ni á la verdad era muy necesario el proceder de otro modo; porque con tal que se conozca qual accion sea virtuosa, y qual no, poco importa para la recta institucion de las costumbres el saber de que manera se deban dividir las virtudes, y á qual de ellas se deba referir la accion, sucediendo casi siempre que se conozca primero que la accion es virtuosa, que el saber á que virtud pertenezca. En quanto á los Oradores, los Poetas, y los que instruyen al pueblo, y le recomiendan la virtud, ó proponiéndola en otros, ó dando á entender que la tienen en sí mismos, seria cosa inútil y vana, ó por mejor decir nociva, é importuna, el querer separarlos de los establecimientos populares. Por esto obraron prudentemente los Filósofos en seguir mas presto las divisiones útiles, e imperfectas del pueblo, tratando de aquellas virtudes, que ya el pueblo conocia, que proponer otras, que aunque fuesen mas perfectas, serian ciertamente inútiles.
Pero sea esto como se quiera, nosotros seguimos ahora á Aristóteles, y así propondrémos aquellas mismas once virtudes que él propuso, contengan ellas una perfecta division, ó no la contengan. A la verdad son muy ilustres todas estas virtudes; y por haber sido propuestas particularmente por un varon tan grande, se deberian tener por tales, aun quando no lo fueran.