Compendio de la filosofía: 27
CAPÍTULO III.
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Esta definicion de la Fortaleza no es muy diversa de aquella, que aun desde los tiempos de Platon han propuesto casi todos los Filósofos, señalando como materia de la fortaleza todas las cosas que pueden entristecernos y causar miedo. Y yo creo fácilmente que Aristóteles no entendió de otra manera aquella virtud, que él llamó ......[1], y los demas han interpretado fortaleza, y acaso se diria mejor virilidad.
Algunos creyeron que Aristóteles limitó la fortaleza, de que habla, á los peligros de la guerra; y á la verdad los exemplos que propone siempre miran al valor militar. Pero esto acaso lo hizo, porque siendo materia de la fortaleza todas las cosas terribles, él quiso sacar los exemplos de las mas ilustres. A mí me parece que Aristóteles en el lugar donde trata de aquella virtud que llama ...... [2], haya querido no ya definirla, sino mas bien describirla y recomendarla, lo qual podrá qualquiera conocer fácilmente leyendo el capítulo en que habla de ella. Ello es cierto que no es fácil entender inmediatamente baxo qual definicion comprehendiese Aristóteles la fortaleza.
Los extremos de la fortaleza, por lo menos en lo que pertenece á los peligros, son la audacia y el temor. La audacia es propia de aquel que desprecia con demasía los peligros, y no se vale de aquellas cautelas que requiere la razon. El temor es propio del que se turba demasiado, y huye los peligros quando deberia salirles al encuentro. Es propio del tímido usar muchas mas cautelas que las necesarias; y se ve, que quando el peligro está mas próximo, se turba tanto, que no sabe ni puede tomar consejo.
Hay algunos hábitos que se llaman por el vulgo fortaleza, y no lo son ; porque ni son fuertes aquellos que se exponen á los peligros por salario, ni aquellos que lo hacen solamente por ira; pues ninguno de estos obra por fin de honestidad; y quitado este fin, se quita absolutamente la virtud. Ni tampoco son fuertes aquellos que se confian tanto en su pericia y robustez, que no creen que hay peligro alguno en el encuentro; porque si se quita la imaginacion del peligro, se quita tambien la materia de la virtud. Y estos tales son dignos de temerse; mas en realidad no son fuertes.