Compendio de la filosofía: 21
CAPÍTULO IX.
[editar]Antes de entrar en una qüestion tan profunda, parece necesario definir bien que cosa sea pasion, y ver en quantas maneras se pueda llamar mala. Digo, pues, que la pasion no es otra cosa que un movimiento del ánimo, el qual por la apariencia de algun placer, ó disgusto se excita á inclinar la voluntad, sin esperar el examen de la razon. Por lo que se conoce á primera vista, que la pasion puede tambien inclinar al hombre á cosas buenas, pudiendo inclinarlo á lo que la razon apruebe despues, y aun recomiende.
Los que dicen ser malas las pasiones, pueden decirlo en dos maneras: primeramente queriendo significar que sean malvadas, y tengan en sí deformidad, como la tienen el hurto, el homicidio, y las otras culpas; ó queriendo decir, que sean molestas, incómodas y fastidiosas, como es la calentura, que aunque no tiene en sí maldad alguna, sin embargo causa fastidio, y se dice mala.
Viniendo ahora á la qüestion, y examinando en primer lugar si las pasiones sean por su naturaleza malas y deshonestas, digo que no lo son; porque ¿que maldad hay en un movimiento que nace del ánimo por órden de la naturaleza para inclinar la voluntad? Ni vale el decir, que este movimiento no espera el examen de la razon, y el no esperarlo es de suyo malo; porque de este modo tambien seria mala la digestion de los alimentos, la palpitacion del corazon, y otras muchas operaciones, que se hacen en el hombre sin esperar á la razon; la qual debe esperarse por la voluntad, que es libre; pero no por las otras potencias, que siguen y deben seguir su instinto. Y si esto fuera así, se deberia tambien llamar mala la hambre, y la sed, y lo mismo la gana de dormir, y qualquiera otro apetito.
No obstante lo expuesto dirá alguno: las pasiones incitan la voluntad á obrar sin respeto de la razon. ¿Y esto no es ser por sí mismas malas? Respondo, que ninguna malicia hay en el incitamento, que dan ellas á la voluntad, no habiendo en esto culpa alguna; y aun la misma voluntad si es mala, no es mala porque fué incitada: es mala, porque siendo incitada, no atiende al examen de la razon, como podria y deberia. Luego la malicia está en la voluntad, y no en la pasion.
¿Mas no se dice á todas horas, replican, que la pasion trae al hombre á las cosas deshonestas? Y yo respondo, que tambien le lleva alguna vez á las honestas. El amor de los hijos inclina y atrae al hombre para educarlos bien: La compasion lleva al hombre á socorrer á los oprimidos: El deseo de la gloria le conduce á las grandes empresas. ¡Quantas veces sirvió la ira á los fuertes, el temor á los prudentes, la vergüenza á los bien criados! Y si quisiésemos quitar de la historia todos los hechos gloriosos á que fueron incitados los hombres por la pasion, me temo que quedarian muy pocos. Luego no se ha de decir, que las pasiones son malas por su naturaleza, porque inciten tal vez al hombre á las cosas deshonestas, pues tambien le incitan algunas veces á las honestas.
Y aun quando las pasiones incitan la voluntad á cosas malas, no es malo en ellas el incitarla: lo malo es que la voluntad siga semejante incitamento, y el abandonarse á la pasion mas de lo que debe; porque la voluntad debe seguir la pasion, y servirse de ella segun el dictamen de la razon; así como el Piloto se aprovecha del viento segun su arte; el qual, si no obra conforme á él, y abandonándose al temporal, no va donde debia, no peca el viento, sino él. Y á este modo, si la voluntad, posponiendo la razon, sigue á las pasiones, y no abraza lo bueno y honesto, es suya la culpa, y no de las pasiones; las quales bien regidas y gobernadas sirven para hacer con mas facilidad las acciones honestas; y son realmente los instrumentos de la virtud.
Algunos de los que dicen, que las pasiones son malas por su naturaleza, no quieren decir con esto, que son propiamente torpes y malas, sino importunas y fastidiosas, debiendo estar siempre el hombre alerta, y con el cuidado de tenerlas á freno, regirlas y moderarlas: lo qual siempre causa fastidio y fatiga. En este sentido las enfermedades se llaman malas, y no son verdaderamente malas; y esto mismo decimos de las pasiones.
Aun en este modo de discurrir es menester distinguir; porque aunque es verdad que las pasiones causan grande enfado y fastidio al que no es todavía virtuoso; no es así al que ya lo es; porque el virtuoso con el hábito adquirido las gobierna y las templa fácilmente; y sabiendo, por decirlo así, el arte las rige con placer, como el caballero que sabe llevar el caballo con maestría, y se deleyta en ello, probando gusto en hacerlo, porque lo sabe hacer bien; y si el caballo manifiesta que siente el freno, y con todo le obedece, aun en aquella resistencia recibe gusto. Luego no son las pasiones molestas, ni trabajosas por su naturaleza; porque solamente lo son para los que no tienen la virtud; pues á los virtuosos ceden fácilmente, y las acomodan como ellos quieren, de lo que reciben placer, y aun se fortalecen para executar las acciones virtuosas con ánimo mas pronto y seguro. De lo dicho se colige, que las pasiones no son de ningun modo malas por su naturaleza.