Profetas (DFV)

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Diccionario Filosófico - Tomo IX de Voltaire
Nota: En esta transcripción se ha mantenido la ortografía original.

Profetas.

El profeta Jurieu fué silvado; los profetas de Cévenes fueron ahorcados ó enrodados; los profetas que pasaron del Languedoc y del Delfinado á Londres fueron puestos en el pílori (en la argolla); los profetas anabaptistas fueron condenados á diversos suplicios; y el profeta Savanarola fué asado en Florencia. Y si es permitido añadir á todos estos los verdaderos profetas judios, se verá que su suerte no fué ménos desgraciada, el mayor de sus profetas, san Juan Bautista fué decapitado.

Se pretende que Zacarías fué asesinado; pero por fortuna no está probado el hecho. El profeta Jeddo, ó Addo, que fué enviado á Bethel con la condicion de que ni comeria, ni beberia, comió por desgracia un pedazo de pan, y fué á su turno comido por un leon, y sus huesos se encontraron en el camino entre el leon y su borrico. A Jónas se lo tragó un pescado, y aunque es verdad que no estuvo en su vientre mas que tres dias y tres noches, siempre fué pasar setenta horas muy incómodas.

Habacuc fué transportado en el aire por los cabellos hasta Babilonia. A la verdad no fué una gran desgracia, pero es menester confesar que fué en un carruage muy incómodo; porque se debe sufrir mucho cuando se va colgado por los cabellos por el espacio de trescientas millas. Yo hubiera preferido un par de alas, la yegua Borak, ó el hipogrifo.

Habiendo visto Miquéas, el hijo de Jenilla, al Señor sentado en su trono con el ejército celestial á derecha é izquierda, y habiendo el Señor preguntado si alguno queria ir á engañar al rey Achab; y habiéndose presentado el diablo al Señor, y encargándose de la comision, Miquéas participó al rey Achab esta aventura celestial de parte del Senor. Es cierto que por recompensa no recibió mas que un enorme bofeton de mano del profeta Sedekia; tambien es cierto que no estuvo en un calabozo mas que algunos dias; pero al fin es desagradable para un hombre inspirado sufrir un bofeton y estar encerrado en una mazmorra.

Se cree que el rey Amasías hizo arrancar los clientes al profeta Amos para impedirle que hablára. No es esto decir que no se pueda absolutamente hablar sin dientes, pues que hay viejas que no los tienen y son muy picoteras: pero es necesario pronunciar muy distintamente una profecia; y un profeta sin dientes no es escuchado con el respeto que se le debe.

Baruch sufrió muchas persecuciones. Ezequiel fué apedreado por sus compañeros de esclavitud: y no se sabe si Jeremías fué apedreado ó aserrado por la mitad del cuerpo. Respecto de Isaías pasa por constante que fué aserrado por órden de Manases, reyezuelo de Judá.

Preciso es convenir en que es un mal oficio el de profeta. Para uno solo qué como Elias va á pasearse de planeta en planeta en una hermosa carroza de luz tirada por cuatro caballos blancos, hay ciento que van á pié, y pidiendo limosna puerta en puerta. Los profetas se parecen á Homero, el que segun dicen, se vió obligado á mendigar en las siete ciudades que despues se han disputado el honor de haberlo visto hacer. Sus comentadores le han atribuido una infinidad de alegorías, en las que él no habia pensado; y frecuentemente se ha hecho el mismo honor á los profetas. Yo no niego que haya habido gentes instruidas en lo futuro: para esto no hay mas que dar á su alma un cierto grado de exaltacion, como lo ha pensado muy bien un bravo filósofo de nuestros dias, que queria escavar un agugero hasta los antípodas y enjalbegar á los enfermos con goma.

Los Judios exaltaron su alma tan bien que vieron clarísimamente todas las cosas futuras; pero es difícil de adivinar con exactitud, si por Jerusalem entendian siempre los profetas la vida eterna; si Babilonia significa Londres ó Paris; si cuando hablan de una gran comida se debe esplicar por un ayuno; si el vino tinto quiere decir sangre; y si una capa de grana significa la fe, y una blanca la caridad. La inteligencia de los profetas es el esfuerzo del entendimiento humano.

Tambien hay otra grande dificultad respecto á los profetas judios; y es que muchos de ellos eran hereges samaritanos. Oséas era de la tribu de Issacar, territorio samaritano; Elías y Eliceo eran tambien samaritanos: pero es fácil responder á esta dificultad. Se sabe que el espíritu sopla donde quiere, y que la gracia cae de la misma manera sobre el suelo mas árido que sobre el mas fértil.