Símbolo o credo (DFV)

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Diccionario Filosófico - Tomo IX de Voltaire
Nota: En esta transcripción se ha mantenido la ortografía original.

Símbolo o credo.

Nosotros no nos parecemos á la célebre actriz, la señora Duelos, á la que se le decia: "apuesto á que la Señora Duelos no sabe el credo." "¡Como! respondia ella, ¡Yo me sé el credo! voy á rezarlo: Pater noster qui... Apúnteme usted, que no me acuerdo de lo demas." Por mi, yo rezo mi padre nuestro y mi credo todas las mañanas; y no soy como Broussin, del que decia Reminiac, que su preceptor no le pudo nunca hacer aprender ni el credo ni el padre nuestro.

El Símbolo, ó la colacion, viene de la palabra Symbolein, y la Iglesia latina adoptó esta palabra, como lo ha tomado todo de la Iglesia griega. Los teólogos un poco instruidos saben que el símbolo que se llama de los apóstoles, no es de ninguna manera de ellos.

Entre los Griegos se llamaba símbolo á las palabras y los signos con que se reconocian los iniciados en los misterios de Céres, de Cibéles y de Mithra [1]; y con el tiempo tuvieron tambien los cristianos su símbolo. Si este hubiera existido en tiempo de los apóstoles, es de creer que hubiera san Lucas hablado de él.

Se atribuye á san Agustin una historia del símbolo en su sermon 115; en el que se le hace decir, que Pedro habia principiado diciendo: Creo en Dios Padre todo poderoso; Juan añadió: Criador del cielo y de la tierra; Santiago añadió: Creo en Jesu Cristo, su único hijo nuestro Señor; y así de los demas. En la última edicion de San Agustín se ha suprimido esta fábula. Yo me refiero á los reverendos padres benedictinos sobre si era necesario suprimir ó no este pedazo, que es curioso.

El hecho es que nadie oyó hablar de este Credo en el espacio de mas de cuatrocientos años. El pueblo dice, que Paris no se hizo en un dia; y el pueblo acostumbra tener razon en sus refranes. Los apóstoles tuvieron nuestro símbolo en el corazon; pero no lo pusieron por escrito. En el tiempo de San Ireneo se formó uno que no se parece al que nosotros rezamos. Nuestro símbolo, como está en el dia es indudablemente del siglo quinto: y es posterior al de Nicea. El artículo que dice que Jesu Cristo descendió á los infiernos, y el que habla de la comunion de los santos, no se encuentran en ninguno de los símbolos que precedieron al nuestro. En efecto, ni los Evangelistas ni los Hechos de los Apóstoles dicen que Jesu Cristo bajó á los infiernos: pero desde el siglo tercero estaba establecida la opinion de que Jesu Cristo habia descendido al Ades, al Tártaro; palabras que nosotros traducimos por los infiernos. El infierno en este sentido no es la palabra hebrea sheol, que quiere decir subterráneo, la fosa. Y por esto nos dijo despues san Atanasio, como habia descendido á los infiernos nuestro Salvador. "Su humanidad, dice no estuvo ni toda entera en el sepulcro, ni toda entera en el infierno. Estuvo en el sepulcro segun la carne, y en el infierno segun el alma."

Santo Tomas asegura que los santos que resucitaron cuando murió Jesu Cristo, se volvieron á morir, para volver á resucitar con él: y esta es la opinion mas seguida. Todas estas opiniones son indiferentes en un todo á la moral; y es menester ser hombres de bien, ora los santos resucitasen dos veces, ora no los haya resucitado Dios mas que una. Nuestro símbolo se ha hecho tarde, lo confieso; pero la virtud es de toda eternidad.

Si en una materia tan grave es permitido citar Jos modernos, referiré el Credo del abate de Saint Pierre, tal como está escrito por su mano en su libro sobre la pureza de la religion; el que no ha sitio impreso, y yo he copiado fielmente.

"Creo en un solo Dios, y lo amo. Creo que ilumina toda alma que viene al mundo, como lo dice san Juan; entiendo por esto toda alma que lo busca de buena fe."

"Creo en un solo Dios, porque no puede haber mas que una alma del gran todo, un solo ser vivificante un formador único."

"Creo en Dios Padre todo poderoso, porque él es padre comun de toda la naturaleza, y de todos los hombres que son igualmente sus hijos. Creo que el que los ha hecho á todos nacer igualmente, que dispuso los resortes de nuestra vida de la misma manera, que les ha dado los mismos principios de moral, conocidos por ellos desde que reflexionan, no ha puesto ninguna diferencia entre sus hijos mas que la del crimen y de la virtud."

"Creo que el Chino justo y benéfico es mas precioso delante de Dios, que un doctor de la Europa quisquilloso y arrogante."

"Creo que siendo Dios nuestro padre comun, estamos obligados á mirar á todos los hombres como nuestros hermanos."

"Creo que el perseguidor es abominable, y que va inmediatemente despues del envenenador y del parricida."

"Creo que las disputas teológicas son á un mismo tiempo la farsa mas ridícula, y la plaga mas horrorosa de la tierra, inmediatamente despues de la guerra, la peste, el hambre, y el gálico.

"Creo que los eclesiásticos deben ser pagados, y bien, como servidores del público, preceptores de moral, y tenedores de los registros de nacimienlos y de muertos: pero que no se les deben dar ni las riquezas de los asentistas generales, ni el rango de los príncipes; porque lo uno y lo otro corrompen el alma, y porque nada hay mas escandaloso, que ver á unos hombres tan ricos y tan soberbios haciendo predicar la humildad y el amor de la pobreza por sus oficiales que no tienen mas que cien escudos de salario."

"Creo que todos los sacerdotes que sirven una parroquia, podrian ser casados como en la Iglesia griega, no solamente para tener una muger honrada que cuide de su casa, sino tambien para ser mejores ciudadanos, dar buenos súbditos al Estado, y tener muchos niños bien educados."

"Creo que es absolutamente indispensable volver á muchos frailes á la sociedad; y que esto es servir á la patria y á ellos mismos. Se dice que estos son hombres que Circe ha convertido en puercos; el sabio Ulíses debe volverlos á la forma humana."

"El paraíso para los benéficos!"

Referimos historicamente este símboío, sin aprobarlo; al que consideramos solamente como una singularidad curiosa; y nos atenemos con la mas respetuosa fe al verdadero símbolo de la Iglesia.



  1. Arnobe, lib. V, Symbola que rogala sacrorum, &c. Véase tambien á Clemente de Alejandría en su Sermón promeptico, ó Cohortatio ad gentes.