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Purgatorio/2 (DFV)

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Nota: En esta transcripción se ha mantenido la ortografía original.

De la antigüedad del Purgatorio.

Se pretende que desde tiempo inmemorial estaba reconocido el purgatorio por el famoso pueblo judio; y se fundan en el segundo libro de los Macabéos, que dice espresamente, "que habiendo encontrado debajo de los vestidos de los Judios (en el combate de Odollan) ciertas cosas consagradas á los ídolos de Jamnia, fué manifiesto que por esta causa habian perecido; y habiendo hecho una póstula de doce mil dracmas de plata, [1] el que pensaba bien y religiosamente de la resurreccion las envió á Jerusalem por los pecados de los muertos."

Como nos hemos impuesto el deber de referir las objeciones de los hereges y de los incrédulos para confundirlos con sus propios sentimentos, referirémos ahora sus dificultades sobre los doce mil francos enviados por Júdas, y sobre el purgatorio.

Dicen estos:

1°. Que doce mil francos de nuestra moneda era mucho dinero para Júdas, que sostenia una guerra de gozques contra un gran rey.

2° Que se puede enviar un regalo á Jerusalem por los pecados de los muertos, para atraer la bendicion de Dios sobre los vivos.

3° Que en aquellos tiempos no se trataba todavía de resurreccion, pues es sabido que esta cuestion no se agitó entre los Judios hasta el tiempo de Gamaliel, un poco ántes de las predicaciones de Jesu Cristo. [2]

4°. Que como la ley de los Judios, que consistia en el Decálogo, el Levítico, y el Deutoronomio no habia nunca hablado ni de la inmortalidad del alma, ni de los tormentos del infierno, con mayor razon era imposible que hubiese tratado del purgatorio.

5°. Los hereges y los incrédulos hacen los últimos esfuerzos para demostrar á su manera, que todos los libros de los Macabéos son evidentemente apócrifos. He aquí sus supuestas pruebas:

Los Judios no reconocieron nunca por canónicos los libros de los Macabéos; ¿porqué los hemos de reconocer nosotros?

Orígenes declara formalmente que debe desecharse la historia de los Macabéos: y san Jerónimo juzga á estos libros indignos de creencia.

El concilio de Laodicéa, celebrado en 367, no los admite entre los libros canónicos; y san Atanasio, san Cirilo y san Hilario los desechan.

Las razones para tratar estos libros de unos malísimos cuentos son las siguientes:

El ignorante autor principia por la falsedad mas reconocida de todo el mundo. Dice: [3] "Alejandro llamó los jóvenes nobles que se habian criado con él desde su infancia, y les repartió su reino, ínterin que todavía vivia."

Una mentira tan necia y tan grosera no puede venir de un escritor sagrado é inspirado.

Hablando el autor de los Macabéos de Antíoco Epífanes, dice: " Antíoco marchó hácia Elimais; quiso tomar y saquear esta ciudad [4] y no lo pudo porque los habitantes habian sabido su discurso, y se levantaron en combate contra él. Y él se fue con una gran tristeza, y se volvió á Babilonia. Y cuando estaba todavía en Persia, supo que su ejército en Judá se habia retirado huyendo.... Se metió en la cama y murió el año de 149."

El mismo autor [5] dice en otra parte todo lo contrario. Dice que Antíoco Epifánes quiso saquear á Persépolis, y no á Elimais, que cayó de su carro, y recibió una herida incurable, que fué comido de gusanos, que pidió perdon al "Dios de los Judios, que quiso hacerse judio; y aquí se encuentra el versículo que los fanáticos han aplicado tantas veces á sus enemigos: Orabat scelestus ille veniam quam non erat consecuturus: el malvado pedia el perdon que no debia conseguir. Esta frase es muy judia; pero no es permitido á un autor inspirado contradecirse tan indignamente.

Todavía no es esto todo: he aquí otra contradiccion y otro yerro. El autor hace morir á Antíoco Epifánes de una tercera manera [6]: puede elejirse á su gusto. Asegura que este principe fué apedreado en el templo de Nanea. Los que han querido escusar esta borricada, suponen que se quiso hablar de Antioco Eupator; pero ni Epifánes ni Eupator fueron apedreados.

En otra parte [7] dice el autor, que otro Antioco (el grande) fué preso por los Romanos y que estos dieron á Euménes las Indias y la Media. Lo mismo valdria decir que Francisco I hizo prisionero á Henrique VIII, y que dió la Turquia al duque de Savoya. Es insultar al Espiritu Santo el pensar que haya dicho tan repugnantes necedades.

Dice tambien el autor [8], que los Romanos habian conquistado á los Gálatas; y como no conquistaron la Galacia hasta mas de cien años despues, se sigue que el miserable novelista no escribió hasta despues de mas de un siglo, de lo que se supone; y lo mismo sucede á casi todos los libros judios, segun dicen los incrédulos.

El mismo autor dice [9], que los Romanos nombraban todos los años un gefe del senado. ¡Que hombre tan instruido, que no sabia solamente que Roma tenia dos cónsules! ¿ Qué fe podemos dar, dicen los incrédulos, á estos retazos de cuentos pueriles, amontonados sin orden y sin gusto por los mas ignorantes y los mas imbéciles de todos los hombres? ¡Qué vergüenza es creerlos! ¡Y que barbarie de Canibales haber perseguido á unos hombres sensatos para obligarlos á que afecten que creen unas pobrezas por las que ellos tienen el mas profundo desprecio! Así se espresan los autores mas intrépidos.

Nuestra repuesta es, que algunas equivocaciones, que probablemente vienen de los copistas, no impiden que el fondo sea muy verdadero: que el Espíritu Santo ha inspirado al autor, y no á los copistas: que si el concilio de Laodicéa desecho los libros de los Macabéos, estos han sido admitidos por el concilio de Trento, en el que hubo hasta jesuitas: que en el dia estan recibidos por toda la Iglesia, y que por consiguiente debemos nosotros recibirlos con sumision.


  1. Lib. II, cap. XII, v. 40, 43 y siguientes.
  2. Véase el Talmud. tom. II.
  3. Lib. I, cap. I, v. 7.
  4. Cap. VI, v. 3 y siguientes
  5. Lib. II, cap. IX.
  6. Lib. II, cap. II, v. 16.
  7. Lib. I. cap. VIII, v. 7 y 8.
  8. Ibid. v. 2 y 3.
  9. Lib. I, cap. VIII, v. 15 y 10.