Purgatorio/3 (DFV)
Del origen del Purgatorio.
Es indudable que los que admitieron el purgatorio en la primitiva Iglesia, fueron tratados de hereges: pues se condenó á los simonianos que admitian la purgacion de las almas. Psuken kadaron [1].
San Agustin condenó despues á los originistas que defendian este dogma.
Pero, ¿habian tomado los simonianos y los origenistas este purgatorio en Virgilio, en Platon, ó de los Egipcios?
En el sesto canto de Virgilio se encuentra claramente anunciado, como ya lo hemos dicho; y lo mas singular es que Virgilio pinta á las almas colgadas en el aire, otras quemadas, y otras ahogadas.
- Ali panduntur inanes
- Suspensae ad ventos; aliis subgurgite vasto
- Infectum eluitur scelus, aut exuritur igni.
- Alli estan los espíritus colgados
- Flotando al viento, ó en agua sumerjidos,
- Otros arden en hornos encendidos:
- Y el alma asi se purga á los finados.
Y lo que es todavia mas singular es, que el papa Gregorio, por sobrenombre el Grande, no solamente adoptó esta teologia de Virgilio, sino que tambien introduce en sus Diálogos muchas almas que vienen del purgatorio despues de haber estado colgadas ó ahogadas.
Platon habia hablado en su Phedon del purgatorio: y es fácil convencerse por la lectura del Mercurio Trimegisto, que Platon habia tomado de los Egipcios todo lo que no habia tomado de Timéo de Lócres.
Todo esto es modernísimo y del dia de ayer en comparacion de los antiguos bracmanes. Preciso es confesar que estos fueron los inventores del purgatorio, como tambien inventaron la revolucion y la caida de los genios, de los animales celestiales [2].
En su Shasta ó Shastabad, escrito tres mil y cien años ántes de nuestra era vulgar, encontrará el purgatorio el amigo lector. Aquellos ángeles rebeldes, cuya historia copiaron los Judios en tiempo de Gamaliel, habian sido condenados por el Eterno y por su hijo á mil años de purgatorio; despues de lo cual, los perdonó Dios, y los hizo hombres. Ya lo hemos dicho, querido lector, ya hemos observado, que los bracmanes encontraron demasiado dura la eternidad de los suplicios; porque al fin, la eternidad es lo que nunca se acaba. Los bracmanes pensaban como el abate de Chaulieu.
- Perdónanos, Señor,
- Tan lleno de bondades.
- Yo no puedo pensar
- Que mis fragilidades,
- Ni que un rano placer.
- Ni nuestras vanidades
- Objeto puedan ser
- De tus severidades.
- ¿Quien me persuadirá
- Que con tantas crueldades
- Castigas el mentir,
- Que á las necesidades
- Del hombre sirve mas
- Que las claras verdades.