Rimas sacras
I. - Cuando me paro a contemplar mi estado
II. - Pasos de mi primera edad, que fuistes
III. - Entro en mí mismo para verme, y dentro
IV. - Si desde que nací, cuanto he pensado
V. - ¿Qué ceguedad me trujo a tantos daños?
VI. - Si de la muerte rigurosa y fiera
VII. - ¿Quién sino yo tan ciego hubiera sido
VIII. - ¡Oh corazón más duro que diamante!
IX. - Una vez habló Dios el día tercero
X. - ¿Será bien aguardar, cuerpo indiscreto
XI. - ¿En qué bárbara tierra me guardara
XII. - Si es el instante fin de lo presente
XIII. - Engaño es grande contemplar de suerte
XIV. - Pastor que con tus silbos amorosos
XV. - ¡Cuantas veces, Señor, me habéis llamado!
XVI. - Muere la vida, y vivo yo sin vida
XVII. - ¡Oh, bien hayan las lágrimas lloradas
XVIII. - ¿Qué tengo yo, que mi amistad procuras?
XIX. - Aquí cuelgo la lira que desamo
XX. - La lengua del amor, a quien no sabe
XXI. - Tardar en convertirse, error notable
XXII. - Yo dormiré en el polvo, y si mañana
XXIII. - Nunca me vi tan lejos de temeros
XXIV. - En estos prados fértiles y sotos
XXV. - En esta tabla de tu Cruz divina
XXVI. - Detén el curso a la veloz carrera
XXVII. - ¿Cómo puede, Señor, justificarse
XXVIII. - Vos conocéis, Señor la compostura
XXIX. - Luz de mis ojos, yo juré que había
XXX. - Si ya después de Leviatán vencido
XXXI. - Yo me muero de amor –que no sabía
XXXII. - ¿Quién no se muere de tu amor si mira
XXXIII. - ¡Oh quién te amara, dulce vida mía
XXXIV. - Llamé mi luz a la tiniebla escura
XXXV. - Principios de virtud que no sabía
XXXVI. - Sobre ocho veces treinta el sol corría
XXXVII. - ¡Con qué artificio tan divino sales
XXXVIII. - Adonde quiera que su luz aplican
XXXIX. - Si es tanta gloria estar a los umbrales
XL. - ¡Oh quién muriera por tu amor ardiendo
XLI. - Si amare cosa yo que Dios no sea
XLII. - Llorar cuando nací, señal fue cierta
XLIII. - Esta cabeza, cuando viva, tuvo
XLIV. - Cuando lo que he de ser me considero
XLV. - Levantaréme de la seca tierra
XLVI. - No sabe qué es amor quien no te ama
XLVII. - Si de la sombra de tu cuerpo santo
XLVIII. - Hombre mortal mis padres me engendraron
XLIX. - En señal de la paz que Dios hacía
L. - Los que fuera del curso y armonía
LI. - Descalzo el pie sobre la arena ardiente
LII. - ¿Qué armas son éstas? ¿Qué guïón colgado
LIII. - ¿Qué es esto?, dijo el israelita, viendo
LIV. - Sacó Moisés de Egipto al pueblo hebreo
LV. - Cuelgan racimos de ángeles que enrizan
LVI. - La santa Virgen, que en la sacra idea
LVII. - Lucas, tan justamente peregrino
LVIII. - Si de piel asperísima vestido
LIX. - Caiga el hermoso como cedro y palma
LX. - Aunque es de piedra, y su cabeza es piedra
LXI. - Poned la limpia mesa a Cristo, y coma
LXII. - Tiraban Dios y el hombre al blanco un día
LXIII. - ¿Quién es aquel Atleta esclarecido
LXIV. - Por celebrar, Domingo soberano
LXV. - Pedro, una vez que de la escuela vino
LXVI. - Pedro, a la sangre que por vos vertida
LXVII. - No es mucho que Israel las aguas corte
LXVIII. - Buscaba Madalena pecadora
LXIX. - ¿Cómo es posible que de bueno den
LXX. - Celebran viejo y nuevo Testamento
LXXI. - Jaque de aquí con este santo Roque
LXXII. - ¡Oh engaño de los hombres, vida breve
LXXIII. - ¡Oh vida de mi vida, Cristo santo!
LXXIV. - Bajaba del nubífero Carmelo
LXXV. - Águila, cuyo pico soberano
LXXVI. - El ave santa, en cuyo pico asido
LXXVII. - ¡Qué bien se echa de ver, divino Diego
LXXVIII. - La madre de las ciencias, donde a tantos
LXXIX. - Fue célebre Jahel, porque la frente
LXXX. - Divino labrador, honor de España
LXXXI. - De vos se queja la pobreza humana
LXXXII. - El cabello tendido por el manto
LXXXIII.- Antonio, si los peces sumergidos
LXXXIV. - Pusieron los armígeros gigantes
LXXXV. - Dulce Señor, mis vanos pensamientos
LXXXVI. - Todos te pintan encarnado y blanco
LXXXVII.- Dios mío, sin amor ¿quien pasará?
LXXXVIII.- Con presunción de bélico soldado
LXXXIX. - ¿Cómo podré, Señor, querer quereros
XC. - Nuevo ser, nueva vida, aliento nuevo
XCI. - Si quise, si adoré, ¡qué error terrible!
XCII. - Bajaba con sus cándidas ovejas
XCIII. - Sentado estaba el Padre de las gentes
XCIV. - Yo pagaré con lágrimas la risa
XCV. - Formando Batüel castillos de oro
XCVI. - Gertrudis, siendo Dios tan amoroso
XCVII. - Ángel, a gran peligro os arrojastes
XCVIII. - Josef, ¿cómo podrá tener gobierno
XCIX. - No espanta al sabio ni ha de ser temida
C. - ¿Cuándo en tu alcázar de Sión y en Beth
- FIN DE LOS SONETOS