La leyenda del Cid/Introducción/III

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II
La leyenda del Cid (1882) de José Zorrilla
ilustración de José Luis Pellicer
Introducción
IV
Nota: Se respeta la ortografía original de la época

III

 
¿Quién soy? —¡Quién sabe!— Mi ser ignoro:
mas de armonía guardo un tesoro:
y siendo armónica mi condicion,
átomo suelto, libre, sonoro,
donde hallo un eco produzco un son.
Y ya se exhale de un arpa de oro,
ya de una ermita del esquilón,
ya del aullido de un muezzin moro,
ya de las turbas en rebelion,
ya de un insecto c|ue errante zumbe,
ya de una gruta que honda retumbe,
ya de un torrente que se derrumbe.....
ya del bramido del aquilón
que el roble añoso crujiendo abata,
que atorbelline la catarata,
que los peñascos de la mar bata,
ó los cimientos de un torreón,
cuanto á mi paso despierta un eco
sordo, estridente, trémulo, hueco,
cóncavo, agudo, vibrante ó seco,
en mí una fibra tocando armónica
encuentra unísona repeticion;
y el son más débil, más fugitivo,
me presta el tema, me da el motivo
de una plegaria ó una cancion,
Y en una peña desencajada,
en la cruz puesta sobre un camino,
en una torre desvencijada,
en el murmullo del mar vecino,
en los escombros de un monasterio,

en la flor única de un cementerio,
en el arranque de un puente hundido,
en el fragmento de una inscripcion;
en algo móvil que no haga ruido,
en algo oculto que dé un sonido,
en algo há mucho puesto en olvido,
fundo una historia, sondo un misterio
de que dar cuenta ó explicacion.
Con una brisa que el aire plega
de una neblina que el aura azula,
hago un relato que se desplega
de todo un libro por la extension,
como un arroyo que de una vega
por entre el césped corriendo juega,
y ya se avanza, ya se recula,
ya sobre él pasa, ya no le llega,
ya se derrama, ya se acumula,
ya se desborda y el llano anega,
ya en un remanso creciendo ondula,
ya sobre el musgo de un coto salta,
ya de menudas gotas le esmalta
y huye brincando por la pradera,
desparramando su agua parlera
por la vertiente de la ladera
hasta que, escaso de agua y de son,
de su postrera lágrima rota
la última gota se hunde y agota
de arena seca por la absorcion.
Así de un fútil recuerdo vago,
de la más nimia suposicion,
campo y escena de cuentos hago
do mis delirios pongo en accion.

Yo soy como la hormiga:
do rpiier recoge
el granillo y la espiga
para su troje:

y á su hormiguero
marcado con su huella
deja el sendero.

Introducción: I - II - III - IV - V - VI - VII - VIII; Capítulo I: I - II - III - IV - V - VI; Capítulo II: I - II - III - IV - V - VI - VII - VIII - IX; Capítulo III: I - II - III - IV - V - VI - VII VIII; Capítulo IV: I - II - III - IV - V - VI - VII - VIII - IX - X - XI - XII - XIII; Capítulo V: I - II - III - IV - V - VI - VII; Capítulo VI: I - II - III - IV - V - VI - VII - VIII; Capítulo VII: I - II - III - IV - V - VI - VII - VIII; Capítulo VIII: I - II - III - IV - V - VI - VII - VIII - IX; Capítulo IX: I - II - III - IV - V; Capítulo X: I - II - III - IV - V - VI - VII - VIII - IX - X - XI - XII; Capítulo XI: I - II - III - IV - V - VI - VII; Capítulo XII: I - II - III - IV - V - VI - VII; Capítulo XIII: I - II - III - IV; Capítulo XIV: I - II - III - IV; Capítulo XV: I - II - III - IV;