La leyenda del Cid/Introducción/VIII
VIII[editar]
Y como de el primer día
en que pude oír y hablar,
mi madre me entretenía,
con los cuentos que sabía
de Ruy Díaz de Vivar,
cifra primera de gloria
de la castellana historia
y del burgalés solar,
de Ruy Díaz la memoria
voy la primera a evocar.
Mas no esperes que con pompa
de homérica entonación
emboque la épica trompa,
y al romper mi canto, rompa
en épica invocación.
No: va a acompañar mi acento
un viejo y tosco rabel;
con él canto: y me contento
con que oiga mi pueblo atento
lo que le cante al son de él.
A que mi patria me entienda,
no aspira a más mi ambición:
otro prez y honras pretenda:
mi atmósfera es la leyenda,
mi campo la tradición.
Si en tal aire cojo viento
y en tal campo hacino mies…
Burgos, no llevo otro intento
sino que en tu hogar asiento
entre tus hijos me des.